Blog personal de Sergio Madrigal donde encontrar textos sobre ciencia y tecnología, psicología, cine y literatura y quizá alguna cosita más.

Shingeki no Kyojin puede morir de éxito.

Para los que todavía no os haya llegado la noticia, tenemos una nueva estrella en el mundo del anime. Shingeki no Kyojin, también conocida como «El Ataque de los Titanes», es la adaptación del manga homónimo de  Hajime Isayama.

Sin lugar a dudas está siendo todo un auténtico fenómeno de masas en Japón y Estados Unidos. En España ha sido Norma Editorial la que se ha llevado el gato al agua licenciándola con lo que no tardaremos a tener más noticias sobre ella. Sin embargo, mientras nos llega la versión traducida hemos podido disfrutar de la versión subtitulada.

El anime consta de 25 capítulos de unos 25 minutos con un ritmo creciente, aunque a veces irregular, y con un argumento especialmente interesante. Vivimos en una de esas sociedades a caballo entre la Edad Media y la era Industrial que tanto les gusta a los dibujantes japoneses, en la que la humanidad se ha visto obligada a recluirse tras los altos muros de una megalópolis amurallada para protegerse de los Titanes.

Y por titanes no nos referimos a los mitológicos dioses sino a grandiosos gigantes sin un ápice de inteligencia cuya misión exclusiva es devorar seres humanos.

Con esta premisa inicia su andadura una serie con tres personajes principales con unas características muy marcadas: el guerrero inconsciente, la sagaz heroína y el inteligente estratega. Hay lugar para la épica, para el desarrollo incipiente de una trama que puede dar para mucho, para escenas de animación espectaculares y para mucho más.

¿El Problema?

Que se acabe. Son 25 episodios con un final tan sumamente abierto, con tantas cosas por entender, que dudo mucho que haya satisfecho a nadie. Se habla de que es posible una segunda temporada una vez el manga haya avanzado lo suficiente para evitarnos problemas como los de Fullmetal Alchemist. Quién sabe. La realidad, sin embargo, es que una vez terminas el vigésimo-quinto capítulo la sensación que te queda es que te han contado el principio de una historia genial.

Pero sólo el principio.