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Siguiendo con el ciclo de literatura de ciencia ficción de Asimov, ayer por la tarde terminé la segunda novela de su «Saga de los Robots»: Bóvedas de Acero.

Si la primera entrega de esta saga era, en realidad, un conglomerado de pequeñas historias que nos introducían en los albores de la llegada de la robótica en la humanidad, en Bóvedas de Acero el genio de Asimov nos presenta un universo mucho más maduro (más de 4000 años D.C.) donde los seres humanos han sido capaces de conquistar el Espacio poblando cerca de cincuenta planetas.

La Tierra, matriz de la Humanidad, está llegando a sus límites de supervivencia debido al exceso de población. Los seres humanos se hacinan en macrociudades subterráneas protegidos por grandes cúpulas metálicas: las bóvedas de acero.

La xenofobia crece contra los que son diferentes: los robots y los espacianos (seres procedentes de los planetas exteriores) provocando altercados y una delicada situación política que bordea el desastre.

Y en medio de todo esto, el asesinato de un espaciano en Espaciópolis (una ciudad de espacianos construida en pleno Nueva York y que busca integrar ambos mundos) está a punto de desencadenar una crisis diplomática de dimensiones desconocidas.

Elijah Bailey vuelve a protagonizar, esta vez en primera persona, este interesante relato en el que los elementos que han convertido a Asimov en uno de los maestros de la ciencia ficción están muy presentes.

De nuevo, una obra muy recomendada.