Vaya por delante que siempre me he considerado un desordenado y estoy muy lejos de ser ningún genio, pero durante estos años he intentado integrar en mi vida cotidiana, con mayor o menor éxito, algunas técnicas para ser ligeramente más ordenado.

Sin embargo, de la cultura occidental, y de la historia en general, nos llegan siempre las visiones de esos genios que cambiaron el mundo, incomprendidos y con una propensión al desorden casi rayana a la enfermedad.

Me surge entonces la duda de si el orden y la genialidad son conceptos incompatibles. Si una persona capaz de resolver un problema, de encontrar una solución a una necesidad, de responder ante cualquier situación de la vida mejor que el resto, es, en esencia, un completo caos.

Entiendo que muchos dirán que conocen casos de personas muy ordenadas y terriblemente profesionales: con una alta capacidad de trabajo, inteligentes, y muy preparados. Bien, pero ¿a cuántos de esos los consideráis verdaderos genios? 

Quizá sea una decisión que no está a nuestro alcance: la mente de un genio concibe tal vez el orden de una forma diferente y de esta manera funcione bien.

O quizá no, quizá la genialidad tiene la opción de alcanzarse a través del disciplinado y esforzado camino de la organización y la estructura.