A veces, entre tanto movimiento que nuestra vida diaria nos proporciona, dejamos pasar el tiempo sin darnos cuenta.

Llegan las vacaciones, los planes, el tiempo de estar con uno mismo, el relax… pero hay algo que nunca está de más: las reuniones entorno a una mesa en un bar, con unos cuantos tercios, unas patatas fritas y muchas ganas de reir.

Porque realmente, una de las esencias de la vida, de los sabores de la felicidad es la de disfrutar de momentos así.

No desaprovechéis la oportunidad de juntaros una tarde  cualquiera para hablar de cómo resolver los problemas del mundo. Es el mejor reconstituyente para la a veces anodina vida diaria.