Hoy casi toda España era azul. El color del equipo de un pequeño pueblo cerca de Madrid.

Hoy muchos soñábamos con que ese humilde equipo le bajase los humos a un grande de Europa. Un grande con un presidente tan bocazas como los del resto de grandes.

Durante el principio del partido la tensión se palpaba… se notaba que había mucho en juego. Hasta que en el minuto 7, un árbitro que no ha mirado nunca por los intereses del pequeño, se ha cargado un partido que tenía pinta de ser histórico. De la Red, jugador del Getafe, a la calle.

Resulta duro ver como durante los 83 restantes minutos, el equipo pequeño y humilde ha estado tuteando al grande con un jugador menos, ganándole la eliminatoria, hasta el último minuto. Una mezcla de azar y suerte en forma de gol alemán nos conducía irremediablemente a la prórroga. Nuevo jarro de agua fría.

Pero para minar la moral de un pueblo y de un país hace falta más, mucho más que eso. En la primera parte de la prórroga, de nuevo dos fogonazos de luz: dos goles que ponían al Getafe acariciando las semifinales.

Lo impensable, lo increíble.

Pero como la vida, el fútbol tiene también su parte injusta, y en dos jugadas desafortunadas, un fallo del portero y un gol precedido de una falta que el árbitro, de nuevo, se ha negado a ver, el Getafe se despedía con la cabeza muy alta de la UEFA este año.

Muy orgullosos han de estar todos los seguidores y jugadores del Getafe.

Esta noche han hecho vibrar al unísono a un país.

El Getafe sucumbe.