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Crítica: La Sociedad de la Nieve

Hay muchas formas de hacer cine y todas y cada una de ellas tienen de alguna forma cabida en la gran pantalla.

J.A. Bayona es de esos directores que no hacen un tipo de cine, sino que hacen Cine, como concepto: único y sin especificar.

En su nueva producción, La Sociedad de la Nieve, podemos disfrutar de ese Cine. Una película que combina emoción, drama y personajes en una trágica epopeya basada en hechos reales.

Una misma historia, dos formas de contarla

¡Viven! (1993) alcanzó la fama en su momento por contarnos la dramática crónica de aquel accidente aéreo en los Andes, de las dificultades a las que se tuvieron que enfrentar los supervivientes para lograrlo. Es una grandísima película.

¿Qué sentido tiene hacer una nueva versión de la historia?

Pues porque si bien ¡Viven! se centra en el qué y el cómo de lo sucedido: en qué pasó y en cómo sobrevivieron (haciendo especial hincapié, aunque con elegancia, en ciertos elementos clave de su supervivencia), en La Sociedad de la Nieve, Bayona explora el por qué.

Toda la película transita en el bosque de emociones de los supervivientes, a veces en forma de susurros y otras veces convertidas en gritos, pero siempre buscando la humanidad de cada individuo: tanto de aquellos que salieron vivos de aquel trance, como de quienes se quedaron en el camino.

No son números de un desastre, no hay personajes más protagonistas que otros. Hay personas, cada una de ellas individualmente, representando un universo propio.

Una factura al alcance de pocos

Para poder contar en condiciones los hechos y dotar al conjunto de verosimilitud, J.A. Bayona se rodea de todo lo necesario: una fotografía impoluta, unos actores a la altura de las circunstancias, banda sonora, efectos, que hacen del conjunto una pieza para el deleite (y el esperado sufrimiento) del espectador.

Pero, por encima de todo, está la forma de contar. Porque te puedes rodear del mejor equipo y aún así, para que una película trascienda, necesitas saber contar su historia de tal manera que traspase la pantalla.

La Sociedad de la Nieve lo consigue prácticamente desde el primer minuto, absorbiendo la atención del espectador hasta su escena final.

Una oda a la amistad en medio de los límites de la supervivencia. Un cuento acerca de la bondad humana, del vínculo entre personas, de la vida y de la muerte como elementos antagónicos pero inseparables.

Es una maravillosa, tanto en lo trágico como en lo virtuoso, historia.

Nota: 7/10

Crítica: Guardianes de la Galaxia Vol. 3

Guardianes de la Galaxia es, probablemente, una de las sagas más interesantes de todo el universo Marvel.

Su primera entrega trajo una forma diferente de abordar las películas de superhéroes y abrió el MCU1 a muchos espectadores.

Una de las claves de su éxito fue la ausencia de peajes en su historia, lo que le permitió explorar mucho más que títulos más importantes en la franquicia.

Su tono gamberro y desenfadado funcionó y mostró una forma de abordar sus aventuras con un equilibrio entre humor, épica y acción.

Es en ese éxito inesperado donde aparece Guardianes de la Galaxia vol.2, en la que, en un intento de integrarla en el arco argumental, obliga a la historia a caminar por las rígidas guías del canon del universo de Marvel. Y es en esas guías donde fracasa estrepitosamente.

Poco es salvable de esa segunda película, que aboga por cumplir todos los errores de los que carecía su predecesora. Y, lo que es más importante, prueba que las fórmulas del éxito moderno no son matemáticas.

Buena muestra es que Thor: Ragnarok, se alza con un éxito inusitado replicando la idea de Guardianes de la Galaxia Vol.1 y haciéndolo con un personaje nuclear del MCU.

Como se dice, el veneno está en la dosis y Marvel iba a inyectarse su propia sentencia de muerte.

El desolador Multiverso.

La saga del Infinito termina con dos de las mejores películas del universo Marvel: Infinity War y Endgame. Y con ellas, algunos de los personajes más carismáticos ceden su lugar a nueva hornada de héroes.

Marvel consideró entonces que esta especie de nueva generación podría repetir el éxito de Guardianes de la Galaxia vol.1.

Se equivocó.

Tal vez tocase fondo con Thor: Love and Thunder, pero entregas como Eternals o Doctor Strange, el Multiverso de la Locura, fueron también pruebas fallidas.

Y, lo que es peor, no se percibía signo de mejora.

Marvel se reconcilia con el espectador

Y llegamos a lo que se considera el inicio de la Fase 5, Ant-Man y la Avispa: Quantumania. Un pequeño rayo de esperanza. Una película lejos del nivel de las primeras, pero que recuperaba cierta entereza. Había esperanza.

Pero bien podía ser flor de un día, o quizá las bajas expectativas ante un personaje tan menor como Ant-Man podían sesgar el juicio de la película.

Guardianes de la Galaxia, vol.3 era el todo o nada de Marvel: última película de los Guardianes, última película de James Gunn, que se marcha a trabajar para DC, última bala del MCU.

Y entonces aparece esta pequeña obra maestra.

Gunn vuelve a olvidarse del corsé y cae en la cuenta de que no le debe nada a nadie, sacándose de la chistera una historia que te recuerda por qué disfrutas tanto de una buena película

Guardianes de la galaxia, vol.3 lo tiene todo: unos personajes carismáticos, una trama simple pero tremendamente efectiva, una construcción que nace desde lo visceral y que maneja a su antojo las emociones del espectador y una banda sonora que no suma, multiplica.

Este es el cierre que la saga se merecía, el camino que debe seguir el resto del MCU en esta nueva fase para reencontrarse con el espectador. Aunque vivamos en la época de la producción en cadena, las películas siguen necesitando tener alma.

James Gunn encuentra de nuevo la fórmula, arregla los números y el resultado es tener en 2023 una verdadera película de aventuras espaciales que te hace reír, te hace llorar, te hace gritar y te hace sentir.

Yo cuando voy al cine, poco más puedo pedir.

Nota: 8/10

I Universo Cinematográfico de Marvel (MCU por sus siglas en inglés)

Reseña: Tau Zero – Poul Anderson

Tengo entendido que los grandes aficionados a la ciencia ficción distinguen a este género en dos grandes grupos: Soft Sci-Fi (algo así como ciencia ficción suave) y Hard Sci-Fi (ciencia ficción dura).

La principal diferencia entre ambas radica en el nivel de complejidad científica de sus tramas. Mientras la primera tiene una dosis relativa de ciencia, la segunda implica conceptos científicos profundos. Así mismo, a diferencia de la ciencia ficción suave, la ciencia ficción dura se toma muchas menos licencias narrativas para enmarcar su relato: las cosas que suceden son científicamente más posibles.

Tau Zero

Tau Zero, de Paul Anderson, caería en la definición de ciencia ficción dura. Se trata de una interesante epopeya interestelar que orbita, nunca mejor dicho, entorno a conceptos de física relativista.

La Leonora Christine es una nave espacial capaz de viajar acelerando hasta alcanzar velocidades cercanas a la luz. Esto permitirá a su tripulación llegar a un planeta con características similares a la Tierra para su investigación en unos pocos años.

Sus personajes tendrán que vivir en esa nave durante los años que dure el trayecto y enfrentarse a todos los desafíos que un viaje de esas características puede presentar, tanto a nivel técnico como humano.

Toda la historia se sustenta en la idea de la expansión y contracción del tiempo y del espacio que se produce en los objetos que viajan a velocidades cercanas a la de la luz.

Esto ya de por sí hace que la lectura se embarre a medida que Anderson desarrolla detalladas explicaciones acerca de la definición del factor Tau y sus implicaciones en la vida de los protagonistas.

A pesar de que, en general, la base científica que requiere el libro no es excesiva, sí que supone un desafío su lectura.

Viajes temporales y espaciales

Tau Zero es, además, un interesante ejercicio de análisis mental y emocional del impacto que produce en las personas los efectos de la Teoría de la Relatividad llevados a la práctica.

Todavía recuerdo lo impresionado que me quedé cuando leí por primera vez sobre la Paradoja de los Gemelos.

Aquí son un conjunto de exploradores los que tendrán que hacer frente, no sólo a las dificultades propias de un viaje espacial, sino también a las consecuencias de querer llegar más lejos que nadie y hacerlo lo más rápido posible.

El libro logra transmitir la desproporción en cuanto a distancias y tiempos que hay entre las medidas estelares y las humanas: lo cortas que son nuestras vidas en comparación con el tiempo y la distancia que nos separa del resto del universo.

Una aventura que no termina de despegar

Es cierto que Tau Zero proporciona una lectura entretenida y que algunos de sus pasajes enganchan especialmente, pero se queda muchas veces lejos de cualquier sitio, dando la sensación de no tener muy claro hacia dónde se dirige el escritor.

Los personajes, aunque adquieren una potencia suficiente a lo largo de la novela, no terminan de definirse del todo y la historia acaba con la sensación de que te podría haber dado mucho más.

Es, sin embargo, en su conjunto, un relato bastante completo con grandes dosis de buena ciencia ficción.

Nota: 6/10

Reseña: El Imperio Romano – Isaac Asimov

Si por algún periodo histórico siento verdadera debilidad es por el que abarca el nacimiento, esplendor y caída del Imperio Romano. Su legado, tan presente hoy en día, sus historias convertidas en leyenda, sus grandes figuras. Hoy somos, en parte, sus herederos y tributarios.

Si, además, quien trata del tema es un divulgador de la altura de Isaac Asimov, leer se convierte en un verdadero placer.

El Imperio Romano – Isaac Asimov

En El Imperio Romano, Isaac Asimov realiza un recorrido desde los cimientos y la fundación del Imperio Romano, empezando por la llegada al poder de Octavio y su proclamación como Augusto, primer emperador de Roma. Cubre todo su desarrollo y máximo explendor y finaliza con su desintegración, primero en el 476 DC, con la conquista de Roma, y, posteriormente, con la caída de de Constantinopla y la desparación definitiva del Imperio Romano Oriental.

Un relato intenso, profundo y aderezado

A lo largo de sus páginas, Asimov consigue mantener el espírutu didáctico, componiendo una visión global de la construcción política, social y cultural que rodeó a uno de los mayores imperios de la época antigua. Aunque está esencialmente enfocado en el devenir de los acontecimientos políticos más importantes, hay etapas en las que se centra en analizar el bagaje cultural que hemos conseguido rescatar tras su caída.

Una de las muchas virtudes de esta obra son los mordaces comentarios acerca de alguno de los líderes del Imperio que Asimov deja caer mientras nos explica su historia. Una sutil crítica (a veces menos sutil) que muestra, por un lado, la profunda admiración que profesaba el autor a todo aquello que rodease a Roma y, por otro, su opinión clara acerca de las circunstancias que provocaron su desaparición.

Roma, grandiosa pero a merced de unos líderes incompetentes.

El Imperio Romano pone en evidencia cómo evolucionan las construcciones humanas: un comienzo titubeante, con un peligro abierto de desaparecer, una consolidación que lo lleva a cotas inimaginables y una lenta decadencia hasta morir. Y, en el caso que nos atañe, un denominador común que explica estas variaciones, su auge y su caída: el emperador, el líder supremo.

Figuras con la fuerza de Augusto o Trajano, tiranos como Calígula o Nerón, locos como Domiciano y auténticos inútiles como la ristra interminable de emperadores en la última etapa del Imperio.

Todo esto en medio de la eclosión del cristianismo que cambia por completo el destino del Imperio: primero rebelándose contra él para terminar fagocitándolo.

La historia antigua tiene mucho de leyenda

A pesar de buscar un rigor histórico, el relato que rodea al Imperio Romano tiene siempre un halo de leyenda. Batallas épicas como las de Trajano en la lejana Partia, decenas de traiciones como las de Julio César o Cómodo, infames actores secundarios como Narciso y un sinfín de anécdotas, curiosidades o referencias que hoy en día perduran.

Ha sido una de esas lecturas que divierte, entretiene y, además, te culturiza.

Nota: 8/10

Reseña – Bushido: El código del samurái – Inazö Nitobe

Ficha bibliográfica

Título: Bushido: El código del samurái
Autor: Inazö Nitobe
Género: Filosofia/Ensayo
Número de páginas: 160
Editorial: Ediciones Obelisco
Enlace Amazon: El código del Samurai -Bushido- (ARTES MARCIALES) Tapa blanda – 30 septiembre 2002

Reseña

Siempre he sentido un especial interés por todo aquello que rodea a oriente en general y a Japón en particular. Japón es, desde la óptica occidental-mediterránea, un crisol de corrientes de pensamiento muy atractivas: una forma de comprender el mundo que nos fascina.

Entender sus orígenes forma parte del viaje de descubrimiento de esta cultura y Bushido: El código del samurái nos presenta un relato muy descriptivo de uno de los momentos clave del Japón de finales del siglo XIX: el fin de los samuráis.

Japón arrastró un sistema de gobierno muy parecido a nuestro feudalismo medieval hasta más allá de 1850. Esto fue gracias, en parte, a una política de férreo hermetismo que mantuvo a la isla oriental en un absoluto aislamiento del resto de naciones.

Inazö Nitobe, hijo de uno de los últimos samuráis del clan Monoka, aprovecha esta circunstancia para mostrarnos lo que él considera una religión sin dios, una forma de comprensión de la vida: el Bushido.

Nitobe fue testigo del impacto que tuvieron los cambios políticos iniciados en 1854 con la firma de los Tratados de Paz y Amistad entre Japón y Estados Unidos y que supusieron, de facto, el final de la era samurái. Con el fin del periodo Edo comenzaría una etapa de aumento del militarismo japonés que desembocaría en su participación en la II Guerra Mundial.

El Bushido, así, es la herencia cultural que nos dejó un periodo que abarca más de 500 años y donde las familias samuráis ostentaban un poder casi ilimitado en ese Japón feudal.

De ese poder ilimitado emanaron las grandes virtudes con las que estos guerreros constuyeron una sociedad basada en conceptos como el honor, el autocontrol, el sentido de justicia, la vergüenza o el suicidio.

Valoración personal

Lo cierto es que me ha gustado especialmente la forma de abordar el impacto que tuvo la política aperturista de Japón en tiempos tan convulsos como fueron las primeras décadas del siglo XX.

Curiosamente Nitobe, dada su particular educación occidental, terminó convirtiéndose al cristianismo y esto impregna todo el análisis: hay momentos que, certeramente, traza paralelismos entre conceptos religiosos orientales y cristianos, pero en otros momentos el encaje es forzado y artificioso.

Creo que Bushido: El código del samurái es un buen punto de partida para conocer la cultura japonesa alejándose de los tópicos más manidos, lo que te permite escarbar en las raíces de lo que es el Japón actual y las razones de su evolución.

Nota: 6/10

Reseña: Herederos del Tiempo – Adrian Tchaikovsky

Herederos del Tiempo es la novela que me ha hecho reconciliarme con la ciencia ficción como género literario.

Echaba de menos esas obras en las que el autor es capaz de conectarme con la historia y sus personajes tanto emocional como intelectualmente.

Esa habilidad para construir un vínculo con el lector que muy pocos escritores tienen, pero que una vez alcanzado, te sumerge hasta que pierdes la noción del tiempo.

El tiempo y el espacio

Herederos del Tiempo, de Adrian Tchaikovsky, va mucho de perder la noción del tiempo.

Porque la obra abarca un periodo inconmensurable para el lector y, a pesar de ello, consigue que no pierdas ni por un instante el interés por saber más acerca de lo que está por suceder.

También porque usa magistralmente la temporalidad para estructurar un relato que interconecta tiempos y lugares distantes haciéndolos accesibles para la mente de quien llega a sus páginas.

Dos historias entrelazadas con la batalla por la supervivencia como telón de fondo. Lo que nos empuja, como seres humanos, a seguir siempre mirando hacia adelante. Lo que nos mueve a seguir luchando con la intención, no ya de sobrevivir como individuos, sino de perdurar como especie.

Originalidad en la historia y su concepción

Si algo he de destacar de la obra de Tchaikovsky es su marcada originalidad. Desde Asimov, no recuerdo un autor capaz de jugar con tantos elementos comunes a las historias prototípicas de ciencia ficción que, a su vez, introduzca tantos elementos novedosos.

Lo maravilloso de su estructura es que nada desencaja, todo tiene una explicación plausible y el relato se desarrolla sobre las férreas vías de una realidad futura creíble.

Soy muy fan de la ciencia ficción capaz de equilibrar las justas dosis de ciencia para que la ficción no termine desbocándose.

Herederos del Tiempo aporta una receta de medidos ingredientes que deja un sabor en el lector de inconfundible valor: al acabarla sientes que has satisfecho tus ansias por conocer una historia asombrosa y, al mismo tiempo, comienzas a notar la melancolía por decirle adiós a quienes te acompañaron en esta epopeya de magnitudes majestuosas.

Gigantes

Hay una cita recurrente a lo largo de toda la novela, de origen antiguo y muchas veces discutido, que presenta a los seres humanos como enanos subidos a hombros de gigantes, en referencia a todos aquellos que sumaron para permitirnos llegar a ver más lejos.

Quizá ahí radica la belleza de una historia que tiene mucho de alzarse sobre los hombros de gigantes. De llegar más alto para poder mirar, aunque sea brevemente, más lejos de lo que nadie ha alcanzado a ver antes.

Nota: 9/10

Cosas que me han salvado esta cuarentena #1: OPEN – André Agassi

Cierro los ojos y me digo: controla lo que esté en tu mano controlar. Lo repito, esta vez en voz alta. Decirlo en voz alta me da valor.

André Agassi

Si tengo que empezar la lista de cosas que me han salvado esta cuarentena, empezaré por el principio. Y el principio me lleva a André Agassi, a su vida, a su lucha contra sí mismo y a su triunfo final, el más importante de su carrera.

Sin lugar a duda, Open, su biografía autorizada, es un relato de la relación imposible entre aquello que odias y lo que te hace especial cuando resultan ser la misma cosa. La pelea constante contra los fantasmas de la infancia que te han convertido en un genio de tu generación.

Narrada en primera persona y con un ritmo que engancha prácticamente desde la primera frase, la biografía de uno de los grandes jugadores de tenis de todos los tiempos no defrauda ni un instante. Atrapa al lector hasta que siente el mismo dolor en cada golpe de revés, en cada derrota y le permite compartir algo de ese júbilo que traen las victorias: sean contra Pete Sampras o contra el propio Agassi.

Como toda biografía, hay mucho de ensalzar al protagonista de la historia, mucho de lucha contra las circunstancias que lo terminan convirtiendo en el héroe del relato. Pero aquí hay mucho más donde buscar: muchas zonas oscuras, muchas caídas. Hay un ejercicio de reflexión y de reconocimiento de su hundimiento como deportista y como persona. Y de lo que le hizo resurgir convirtiéndose en un mito. .  

Agassi fue un niño que se hizo campeón de todo odiando lo que hacía. Y que empezó a disfrutar de su don el día que decidió dejarlo. El camino que recorrió hasta ese final es el camino que todos, de un modo u otro, terminamos por recorrer en nuestra vida, en nuestra búsqueda por encontrar aquello que nos apasiona y que nos hace felices.

Reseña: La Trilogía de Trajano (Santiago Posteguillo)

Por fin, después de unos cuantos meses, tuve el placer de acabar con la inmensa trilogía que Santiago Posteguillo le dedica a la figura de Macro Ulpio Trajano, el gran emperador hispano de Roma.

La mezcla entre historia novelada e información historiográfica hacen de las tres novelas, en su conjunto, una obra de proporciones titánicas que demuestra el esmero y el esfuerzo que el autor ha puesto para dotar de verosimilitud a la narración. Las múltiples líneas argumentales entretejen una historia de amor y traición, de ascenso al poder y de caída con el trasfondo de uno de los momentos de mayor expansión militar del Imperio Romano.

Santiago Posteguillo, con una prosa dinámica y con un marcado acento cinematográfico en muchos de sus capítulos, nos cuenta en la Trilogía de Trajano una especie de biografía del gran militar y político que fue Marco Ulpio Trajano. De su nacimiento e infancia en tierras andaluzas a su posterior desempeño militar como tribuno en el norte de Europa para, finalmente, relatar su ascenso político alcanzado el poder supremo del mundo como emperador romano.

La Legión Perdida, último de los volúmenes de esta trilogía, debe su nombre al mito de la Legión que Craso, cien años antes de la llegada al poder de Trajano, llevó a tierras partas y que perdió en uno de los momentos más infames que recordaría el pueblo romano. El mismo Marco Licinio Craso perecería en aquella batalla en Carras y así daría inicio a una leyenda que perseguiría, cual fantasma, a todos los intentos del Imperio por cruzar el Éufrates.

Esa misma legión perdida es la que se enrosca entre las idas y venidas de la etapa final del emperador Trajano, esa misma historia, repetida cien años después, pero con sabor a amarga victoria de las tropas romanas. Partia caería, y los límites del Imperio Romano alcanzarían una extensión que jamás volverían a ver.

Pero Roma jamás estuvo preparada para gestionar un imperio de tales dimensiones y la muerte de Trajano trajo la contracción de un imperio que empezaba su lento viaje hacia la desaparición.

La Trilogía de Trajano ha sido mi primer contacto con el trabajo de Santiago Posteguillo y he de reconocer que sus tres novelas son apasionantes. Están plagadas, en algunos momentos con algo de exceso, de referencias históricas que le permiten sumergirse en la Roma imperial y acercarse a la figura humana de sus emperadores y, en especial, al magnetismo y la capacidad estratégica de Marco Ulpio Trajano, uno de los más grandes emperadores que tuvo jamás el Imperio Romano.

Como bien diría Domicia Longina en las últimas páginas de la novela: “Trajano fue un emperador demasiado grande para una Roma demasiado pequeña”.

Nota: 8/10

Reseña: Fragmentos de Honor (Lois McMaster Bujold)

La ciencia ficción es un género que ha ido adquiriendo madurez en un proceso lento y complejo. Lejos quedan las novelas de aventuras para un público más bien adolescente en las que las batallas en lejanas lunas de galaxias remotas eran el escenario donde sus protagonistas prototípicos hacían que el bien siempre venciera.

Fragmentos de Honor recoge la herencia de este tipo de historias y plantea una aventura con muchos matices superficiales, pero con un desarrollo más bien plano. Su autora, la estadounidense Lois McMaster Bujold, publicó esta obra en 1986 y es considerada el origen de su saga de Miles Vorkosigan.

Una historia sencilla que abre la puerta a una saga potencialmente interesante.

Cordelia Naismith, comandante de la Fuerza Expedicionaria de la Colonia Beta, protagoniza un trepidante inicio donde, de alguna forma, asienta con rapidez las bases del desarrollo de la novela. Poco tardará en aparecer Aral Vorkosigan, capitán de las fuerzas militares del planeta guerrero Barrayar. La relación entre ambos es el centro narrativo alrededor del que orbita toda la historia de Fragmentos de Honor.

Es una novela que adolece de los defectos de los primeros libros de toda saga: un desarrollo lento, un exceso de celo por presentar aquellos elementos que se suponen clave para la historia y poca profundidad en los personajes, pero a la que, sin embargo, sí que se le atisban rasgos propios de una saga que puede terminar siendo muy interesante.

En busca de lo simple como semilla de lo bueno

Esta primera novela nos muestra personajes y sociedades muy arquetípicas: planeta guerrero contra planeta desarrollado culturalmente, mujer inteligente y astuta frente al hombre-guerrero visceral pero sensible. Pese a todo ello, esa simpleza estructural puede ser una base sólida sobre la que asentar un desarrollo narrativo fuerte y que termine enganchando al lector.

Habrá que darle una oportunidad a su siguiente entrega: El aprendiz de guerrero.

Nota: 2.7 / 5

Reseña: La Luna es una cruel amante (Robert A. Heinlein)

A los libros de ciencia ficción siempre les he pedido que me propongan un futuro relativamente creíble pero que, además, hagan volar mi imaginación hacia caminos que no hubiera transitado con anterioridad.

Una historia común, en un futuro próximo.

Robert A. Heinlein decide tomar la dirección opuesta y plantear como futuro algo que ha sucedido innumerables veces en la historia de la humanidad: descubrimos un trozo tierra, nos creemos que nos pertenece, lo explotamos y al final la gente que vive allí decide que ya está bien de tanta broma y trata de independizarse.

Imaginemos por un momento que lo de viajar a la Luna se simplifica. Pongamos que hacemos un “Australia” con ella y enviamos a todos los presos con condenas a largas a pasar allí el resto de sus vidas. Una suerte de pena de muerte selenita.

Y, lo más interesante de todo, supongamos que esa gente desarrolla una sociedad con unas normas adecuadas a las características de nuestro satélite, lo cual conforma una cultura y una tradición propias y ajenas al resto de la Tierra.

Ya tenemos todo lo que necesitamos en la coctelera ideológica para plantear una situación política análoga a las muchas a las que se enfrentaron los europeos que se consideraron dueños del mundo por un tiempo.

El carisma de los personajes y la confusión del lector.

Si a Heinlein hay que reconocerle algo, más allá de que es un narrador excelente, es su capacidad para maniobrar con la historia hasta tal punto que uno se siente verdaderamente un extranjero en medio de una sociedad que le es totalmente desconocida. Al más puro estilo del misionero que llega a las tierras por evangelizar, el autor nos relata a través de los protagonistas cómo se estructura la vida de una población que debe enfrentarse a situaciones producidas por sus especiales características físicas y sociológicas: hay muchas menos mujeres que hombres y la gravedad es mucho menor a la de la Tierra.

Una sociedad puramente matriarcal, polígama hasta límites que tambalearían hasta al más liberal, sometida al yugo de una Autoridad que rige la explotación de sus recursos.

Sus protagonistas, en especial Mannie, se construyen sobre el doble juego de la cercanía del lenguaje y la incomprensión de su cultura. Es su carisma, su forma de pensar, la que hace al lector sumirse de lleno en su discurso. Y comprarlo ciegamente.

El elemento disruptor

En medio de esta marejada de pensamientos, aparece Mike, el cognum puro. Una especie de super computador, muy al estilo de Jane en la Saga de Ender, que concibe la existencia de la humanidad como un enorme juego en el que divertirse.

Su participación en el devenir de los acontecimientos resulta tan crucial como interesante desde el punto de vista ideológico: uno se pregunta hasta qué punto situaciones que se dan en la novela no se están produciendo ya en la actualidad.

Una historia conocida y un final que invita a reflexionar

Lo que sucede a lo largo de la novela tiene muchas similitudes con muchos capítulos históricos conocidos. El desenlace, como no puede ser de otra forma, también. Pero es la contextualización de la historia la que obliga al lector a realizar un ejercicio de reflexión. A hacerse preguntas para las que ya consideraba tener una respuesta clara.

Resulta que no.

Que quizá sí que estemos condenados a repetir nuestra historia.

Una y otra vez.

Nota: 8/10