Sinceramente es algo que no me sorprende.

Si las cuotas de poder que tiene este país están gobernadas por dinosaurios tecnológicos que se pliegan a las exigencias de lobbys de presión no podemos sorprendernos de la noticia que hoy ya corre como la pólvora por la red española:

«El gobierno español admite la ruptura de la neutralidad en la red» [El País]

Lo que sucede es que actualmente la ley impide a las operadoras de telecomunicación (Telefónica Movistar, Jazztel, Ono, etc.) ofrecer servicios distintos en función del uso que se les de a los mismos, esto es, en definitiva, cobrarte no sólo por el acceso a internet sino por lo que hagas mientras navegas: ver vídeos, descargas, consulta de correo, juegos online.

La UE está debatiendo si es posible cambiar esto. Y España, cual perro faldero de las grandes telecos, no ha tardado en sacar su lengua y mover el rabo. Es decir, en pocas palabras ha dicho que le parece lógico y normal que en función de lo que se haga, se cobre más o menos. Pero vamos, que se cobre.

Esto, en sí, es una auténtica vergüenza y atenta directamente contra la libertad en la red. Pero en este país donde cualquier enchufado sin los más mínimos estudios puede llegar a ser presidente de algo, el pedir que la población salga a la calle para reclamar esa libertad es como pedirle a Telecinco que emita contenidos de calidad: tarea imposible.

Nuestro gobierno, sea del signo político que sea, seguirá plegándose a los deseos de los que tienen dinero y la capacidad de exprimirnos.

Y así nos encontramos con que vivimos en el engaño de una vida en un país avanzado, donde las libertades y los derechos de los ciudadanos priman sobre los deseos de una minoría.

No os equivoquéis, disfrada tras la máscara de elecciones cada cuatro años con sufragio universal se esconde la mayor enfermedad del siglo XX: la dictadura del capital y el poder.