Por qué una buena idea no es suficiente.

Vivimos momentos difíciles y es en crisis cuando el ingenio del ser humano alcanza sus cotas más altas.

Esto, en cierto modo, es comprensible. Cuando las cosas funcionan bien nuestro organismo tiende a buscar la estabilidad. Cuando las cosas no funcionan tan bien, necesitamos encontrar una solución.

En la actualidad nos encontramos con que el mundo del emprendedor ha sufrido un considerable auge debido, en su mayor parte, a la delicada situación económica por la que atraviesa nuestro país.

Miles de ideas, buenas, regulares y malas, campan por doquier prometiendo ser la piedra filosofal, el nuevo Yahoo! (a Google ya no le alcanza nadie), la nueva Coca Cola, el nuevo Whatsapp.

Pero ¿es suficiente?

Desde mi punto de vista, no.

Hace falta más que una buena idea.

Las ideas son eso, ideas, entes sin concreción física, imaginaciones, a veces incluso irrealizables, de lo que nuestra mente considera que podría ser realidad. Las ideas hay que ponerlas en práctica y, para ello, más nos vale tener claras algunas cosas.

1. Motivación.

Cuando empezamos cualquier proyecto nuestro depósito de motivación está lleno a rebosar. Nos aseguramos que revolucionará el mundo o, cuanto menos, será un proyecto de éxito.

Ese depósito es finito y con el paso del tiempo los obstáculos del día a día, las frustraciones, las desilusiones y, sobre todas las cosas, la desviación entre la forma que tenía la idea en nuestra cabeza y aquello que estamos dando forma con las manos, hace que ese depósito se vaya vaciando.

Debemos pues tener claro que sin una concreción clara de lo que queremos y la seguridad absoluta sin fisuras de que vamos a lograrlo, es muy probable que ese depósito se vacíe del todo y el proyecto termine por fracasar.

No hay que dejar de creer en la idea, ni al principio, ni después, cuando cueste más creer en ella.

2. El Equipo.

Si tenemos en mente montar una idea con un grupo de personas aquí van algunas recomendaciones.

– Multiárea.
Está claro que muchas veces nos lanzamos a crear algo animados por gente afín y por ende nos organizamos entorno a personas cercanas: amigos, compañeros, conocidos, etc. El problema viene cuando juntas a personas con perfiles muy similares haciendo que el proyecto nazca con carencias importantes.

– Profesionalidad.
Amigos, hermanos, colegas. Todo vale a la hora de empezar con un proyecto. No obstante debemos sentar las bases de un trabajo correcto y profesional y aprender a discernir claramente el trabajo del placer.

– Constancia y Paciencia.
Los inicios son duros y hay que entender que se debe trabajar mucho y muy duro para poder lograr aquello que se anhela. Si todos reman en la misma dirección y con la misma fuerza el barco llegará a buen puerto. Si no es así, el barco se quedará en el mismo punto dando vueltas sin parar.

3. No dejes nunca de moverte.

Este punto es clave. Ve dos pasos por delante, no pienses en lo que estás haciendo ahora, que debes tener claro sino en lo que harás después de acabar lo siguiente que vas a implementar. Mirar hacia adelante es la única forma de no quedarse en el pasado, anclado, sin capacidad de reacción.

Hay mucho más detrás de un proyecto con éxito pero sirvan estas ideas para poner de manifiesto que una buena idea, por sí sola, no sirve de mucho.