Blog personal de Sergio Madrigal donde encontrar textos sobre ciencia y tecnología, psicología, cine y literatura y quizá alguna cosita más.

Mes: noviembre 2016 (página 1 de 1)

Primeras impresiones: Black Mirror S03

Hace poco Netflix anunciaba a bombo y platillo la llegada a su servicio de la esperada temporada 3 de Black Mirror.

Black Mirror es una serie un poco atípica.

Producida en el Reino Unido, sus dos primeras temporadas eran de tan sólo 3 episodios cada una, de alrededor de una hora por capítulo.

Eran historias autoconclusivas que tenían como eje conductor común el centrar su argumento en un futuro relativamente cercano y una realidad acorde con él. Un mundo plausible, a medio plazo, en el que la humanidad progresaba, la tecnología avanzaba y la sociedad se adaptaba a ello. 

Lo interesante de las dos primeras temporadas era que la práctica mayoría de los episodios inducían al espectador a reflexionar acerca del progreso, de la dirección que la sociedad podría estar tomando y de su participación como individuo en ella.

La tercera temporada: un inicio interesante.

Cuando Netflix anunció la disponibilidad de la tercera temporada me lancé a por ella. El primero de los seis episodios que consta esta serie, titulado “Caída libre”, me entusiasmó al principio: un análisis muy certero acerca de la superficialidad a la que nos están abocando las redes sociales y su posible influencia en la vida real y en cómo ésta se articula.

Cierto es que el capítulo se fue un poco de madre y el final terminó por no redondearlo, pero fue una buena primera toma de contacto. La serie apuntaba maneras.

Un desarrollo pobre e inestable.

Sin embargo, mi gozo en un pozo. He visto ya los tres episodios siguientes y, la verdad, es una temporada decepcionante.

Tanto el segundo como el tercer episodio son del todo lamentables: carecen del espíritu original de la serie. Uno no reflexiona absolutamente nada con ellos. A veces hasta se siente un poco perdido intentando entender si encierran algún tipo de mensaje escondido, pero no. Son simples, planos y sin alma.

El cuarto parece que remonta un poco, aunque vuelve a perderse en caminos a ninguna parte, terminando, otra vez, la faena a mitad.

Un futuro incierto

Me quedan los dos últimos, un pequeño hilo de esperanza. Tal vez con ellos la serie termine la temporada de una forma digna, pero no albergo demasiadas ilusiones. Quizá había demasiadas expectativas puestas sobre ella. Tal vez se nos ha hecho demasiado mainstrem.

Lo que está claro es que anda lejos, muy lejos, de la calidad y el nivel de algunas de las maravillas de temporadas anteriores.

Reseña: El dragón de hielo – George RR Martin

Después de haber leído algunas obras alejadas de Canción de Hielo y Fuego, del archiconocido escritor George R.R. Martin, me aventuré a descubrirlo en un género totalmente desconocido: el de los cuentos infantiles.

El dragón de hielo es una aproximación, porque no lo considero plenamente, a la literatura infantil en la que Martin trata de jugar con sus virtudes literarias rebajando el nivel de complejidad de la obra.

Adara, una jovencita nacida en un frío invierno, protagoniza esta tierna historia en la que el famoso autor tira de repertorio conocido: dragones, guerras, caballeros, fuego y hielo. Sin embargo, a pesar de su intento por endulzar el relato para acercarlo a un público más joven, no llega a completar con éxito su empresa y algunos pasajes se tornan relativamente complejos para considerarlos puramente un cuento infantil.

Además, la propia historia adolece de cierta falta de esa inocencia que caracteriza a los relatos para los más pequeños.

Se trata, por tanto, de una novela corta más que un cuento infantil, tal vez a medio camino sin llegar a ser un relato juvenil pero, sin embargo, sin alcanzar las características que lo conviertan en una historia para contar a los más pequeños.

Tal vez, salvando las grande distancias, se me antoja que esa situación ambigua en el contínuo de las edades a la que el libro puede resultar accesible, se asemejaría a “El Hobbit” de Tolkien: un libro que no es una novela adulta, no es un cuento infantil, pero que tampoco llega a tener todos los ingredientes para ser un relato juvenil.

Sea como sea, se trata de una lectura amena, divertida, tierna en algunos momentos y, esto sí que es cierto, con momentos emotivos suficientes como para, tras una breve adaptación, ser una delicia para los más pequeños de la casa.

Nota: 6/10