Cuando consigues hacer de lo cotidiano una historia digna de ser relatada es, sin albergar ningún género de dudas, porque estás enamorado de lo que haces.

El Camino de Miguel Delibes es sencilla y llanamente una historia de amor.

Pero cuidado, nada de amor adolescente prefabricado y adornado con mundos imposibles.

El Camino es una historia de amor a todas las cosas. A las pequeñas y nimias y a las grandiosas y eternas: a la vida, a los pájaros, a los vecinos cotillas, a los grandes amigos, a los amores incipientes y, también, por qué no, a la muerte.

Daniel, el Mochuelo, es un jovencito de once años que en unas horas partirá hacia la gran ciudad a progresar porque su padre, el Quesero, quiere que estudie y se haga un hombre de provecho. Durante la noche previa a su marcha, Daniel rememora sus experiencias en su pequeño pueblo al lado de sus amigos, Roque, el Moñigo y Germán, el Tiñoso.

Es una novela capaz de emocionarte en distintas direcciones, moviéndote entre la más grande de las carcajadas y la más contenida de las emociones. Viéndote reflejado en alguna de sus múltiples anécdotas. Percibiendo los olores de épocas pasadas y trasladándote a momentos en tu vida en el que las cosas que hoy son importante ni siquiera existían.

Una gozada de principio a fin en la que Miguel Delibes ejecuta con precisión quirúrgica un acceso directo a los recuerdos y a las emociones con una maestría lingüística que no recordaba.

Una oda a lo cotidiano, al contacto con la naturaleza, al calor de los más cercanos, al olor a amaneceres con el arrullo de los pájaros de fondo. Una novela que es un poema cantado a la vida y que te recuerda que las grandes cosas, las que de verdad importan, las tenemos todos los días al alcance de la mano.

Nota 9/10