Blog personal de Sergio Madrigal donde encontrar textos sobre ciencia y tecnología, psicología, cine y literatura y quizá alguna cosita más.

Mes: abril 2013 (página 1 de 1)

Laboratorio de redes I: Subnetting

Una de las primeras cosas que debemos conocer cuando nos desenvolvemos en entornos de redes son las subredes.

Breve introducción.

En uno de los primeros capítulos sobre Redes, os explicaba el concepto de dirección IP y el de Clase de dirección. Por resumir un poco nos encontramos que cuando las redes de computadores se diseñaron se concibieron tres grandes grupos de IPs. Las de clase A, pocas, pero que serían capaces de albergar un número grande direcciones, las de clase B, en mayor número pero con menor número de direcciones y las de Clase C, las más extendidas, que dispondrían de un número bastante reducido de direcciones.

Con la popularización de las redes y la llegada de Internet pronto se observó que ese modelo era incompatible con el crecimiento de los equipos y las redes puesto que se asignaban grupos con un número fijo de direcciones (A,B,C) independientemente de la necesidad que tuviera cada empresa. Sin embargo, al estar ya establecido se antojaba complejo reestructurarlo. Por ello se decidió introducir un nuevo concepto, el de subredes.

Subnetting o el aprovechamiento máximo.

La idea se fundamenta en un nuevo concepto: la máscara de subred.

Este número, que al igual que las direcciones IP está compuesto de 4 grupos de números entre 0 y 255, es el patrón que se superpone a la dirección IP y nos indica qué parte es considerada «dirección de red» y qué parte es considerada «dirección del host».

Aclaremos un poco esto antes:

Supongamos que se nos asigna un número de dirección IP como el siguiente:

128.1.0.0

Esta dirección es de Clase B por lo que tiene asociadas 65.534 direcciones posibles: de la 128.1.0.1 a la 128.1.255.254 (recordad que ni la acabada en o, que es la dirección de red, ni la acabada en .255, la dirección de broadcast, pueden emplearse).

En este ejemplo queda bastante claro que la parte de dirección de red es: 128.1 mientras que la parte de dirección de host son los dos últimos octetos.

Pero qué sucede si no necesitamos más de 65.000 direcciones pero las 254 que nos ofrece la Clase C no son suficientes: aquí es donde nace el subnetting y el concepto de máscara de red.

De lo que se trata es de «alargar» la dirección de red aumentando así el número de posibles redes disminuyendo el número de direcciones de host asociadas.

Para ello añadiremos a la dirección de red la máscara: 128.1.0.0 255.255.128.0

La máscara de subred es, como he comentado antes, un patrón que se superpone a la dirección de red y que discrimina la parte de dirección de red de la parte de dirección de host. Para ello, en binario, si la máscara tiene un 1, el bit de la dirección de red se mantiene en su estado, si la máscara tiene un 0, el bit de la dirección de red pasa a 0 (operación binaria AND).

¿Qué hemos conseguido?

Al añadir esta máscara de subred nos encontramos con que pasamos de las 65.534 direcciones de host a la mitad: 32.767

¿Cómo es posible?

En el ejemplo inicial tanto la dirección 128.1.1.150 como la dirección 128.1.220.140 pertenecían al mismo rango: 128.1.0.0

Aplicando la máscara de su red, sin embargo, vemos que no es así:

En el caso de la dirección 128.1.1.150 255.255.128.0 , con una AND binaria tenemos que pertenece a la red: 128.1.0.0

En el caso de la dirección 128.1.220.140 255.255.128.0, obtenemos sin embargo que pertenece a la red: 128.1.128.0

Otras formas de mostrar la máscara de subred.

Comúnmente la máscara de subred no se muestra completa sino que se añade a la dirección de red como el número de 1 consecutivos que tiene la misma en binario.

En nuestro ejemplo, nuestra máscara 255.255.128.0 tiene 17 1 consecutivos por lo que la forma de representar la dirección sería: 128.1.0.0/17

Laboratorio Práctico

Esto es anime: Fullmetal Alchemist Brotherhood

Cuando en una sociedad occidental se habla de anime existen, por lo general, dos prejuicios muy extendidos. El primero mantiene el siguiente razonamiento: son dibujos, los dibujos son para niños, el anime es de niños. El segundo, quizá incluso más extendido es: es algo raro que viene de Japón, todo lo que huele a japonés es de frikis, el anime es de frikis.

Fullmetal Alchemist Brotherhood es anime, pero, más allá de eso, es una obra de arte. Una verdadera joya argumental y artística.

Ambientada en un mundo alternativo con una sociedad similar a la de finales del siglo XIX y principios del XX donde existe un poder sobrenatural denominado alquimia que permite la transmutación. Fullmetal Alchemist narra la historia de dos hermanos, Edward y Alphonse Elric y de su intento de encontrar la piedra filosofal.

Se produjo una primera adaptación del manga original creado por Hiromu Arakawa, conocida como Fullmetal Alchemist [2003] que si bien es realmente interesante, presenta una deriva argumental alrededor de la mitad de la misma que hace que no coincida con el manga. Precisamente fue este uno de las razones que motivó la creación de una nueva adaptación, esta vez mucho más fiel al original: Fullmetal Alchemist Brotherhood [2009].

Entrando un poco en materia y hablando propiamente de ésta última, nos encontramos ante una serie de 64 capítulos en los que se hilvanan de forma milimétrica un cuidado argumento que gira entorno a la búsqueda de la verdad y los pecados de los seres humanos. Es complicado sacar algo más sin romper alguno de los detalles que esconde la serie, algo que sería verdaderamente imperdonable.

Argumento impecable, producción superior.

La mayoría de producciones de animación japonesas, tanto películas como series, se caracterizan por algo: la calidad. Fullmetal Alchemist Brotherhood supera la media. Cada uno de los 64 capítulos muestran una perfecta consonancia entre dibujo, banda sonora e historia.

Por sacar algún pero podría decirse que la última fase de la serie, tal vez los últimos 15 capítulos, adolecen de alguna que otra falta de ritmo en momentos puntuales. Pero esto también puede explicarse si entendemos el ansia que llega a sentir uno por conocer más sobre el desenlace de su historia.

No es sencillo valorar algo que difícilmente tiene comparación. Reconozco que mi bagaje en el mundo del anime es más bien limitado pero estamos hablando de una serie que está situada en la mayoría de tops de anime codeándose con producciones de la talla de Elfen Lied, Death Note, One Piece o Cowboy Bebop.

Y volviendo al inicio, respecto a esos dos prejuicios tan extendidos: queda bastante claro que el anime no se trata de algo dirigido exclusivamente al público infantil por un lado. Por otro, si somos capaces de saltar esa extraña barrera que nos produce rechazo a algo por ser distinto, nos encontraremos ante un mundo de alternativas verdaderamente espectaculares.

Leía hace poco por internet:

«Fullmetal Alchemist Brotherhood ha sido la única serie que me ha hecho reir hasta doler, llorar hasta no poder más y un abanico enorme de emociones más, durante el tiempo que dura un episodio».

Supongo que eso lo resume bastante bien.

Obligatorio verla al menos una vez en la vida.

Os dejo con un par de sus maravillas musicales:

http://www.youtube.com/watch?v=qJ3n55Y2hsk

Adios a Spartacus

blog_spartacus

El fin de semana pasado Starz emitía el último capítulo de la serie Spartacus: Sangre y Arena, la controvertida recreación histórica de la vida del esclavo romano Espartaco y sus guerras contra la República de Roma.

Digo controvertida porque en un afán de realizar un acercamiento a la cruda realidad de la civilización de la época la serie adolece de un exceso de sangre y escenas de alto contenido erótico que la hacen alejarse de un público más general. Y tal vez esta forma de hacer diferentes las cosas es lo que ha hecho que se convierta en una serie especial.

Capaz de sobrevivir a la enfermedad y posterior muerte de su actor protagonista: Andy Whitfield (39 años), mantuvo unos índices de audiencia más que aceptables y fue, en el periodo de convalecencia de Andy, capaz de desarrollar una interesante precuela: Spartacus, Dioses de la Arena.  En ésta el papel protagonista recaía en la figura de Gannicus, uno de los más fieles compañeros de Espartaco en su cruzada contra la esclavitud romana.

En su conjunto la serie es una interesante mezcla de excesos con contenido histórico en la que en algunos momentos te sientes sumergido en la desagradable realidad de una sociedad como la romana previa al Imperio de César. La decadencia, la codicia, el desprecio por la vida humana, los anhelos de los desfavorecidos y el poder casi ilimitado de la casta política, son los ingredientes sobre los que se entretejen las historias personales de los grandes personajes de Spartacus, Sangre y Arena.

En otros momentos, sin embargo, la reiteración de planos realizados con CGI y el abuso de cámara lenta, heredado de la maravillosa 300 de Zack Snyder, terminan por marearte y sacarte de lleno del contexto en el que se desarrolla la historia.

Las primeras dos temporadas te acercan bastante más a la realidad de la Roma (o la Capúa en este caso) de aquellos tiempos y se hacen interesantes gracias a su ritmo e historias secundarias mientras que la tercera y última se trata más bien de un intento, notable pero justito, de darle un final decente a la serie.

El vacío, eso sí, que deja en mis fines de semana, es complicado que lo llene alguna de las actuales producciones en la parrilla.

There is no greater victory than to fall from this world as a free man.

One day Rome shall fade and crumble, yet you shall always be rembemered.

Escoge el motivo correcto

IF

Cuando decidimos planificar un proyecto, sea cual sea, desde redecorar una habitación hasta crear una empresa, una de las variables que van a resultar fundamentales en el éxito y la consecución de nuestros objetivos es, sin lugar a dudas, el motivo.

A priori resulta tan obvio que para muchos pasará desapercibido y puede llevar al fracaso de nuestro proyecto.

No es lo mismo, volviendo al ejemplo inicial, querer redecorar una habitación porque disfrutamos con ello, porque sentimos que la habitación lo necesita y porque el resultado final nos va a hacer vivir más a gusto y en mejores condiciones que hacerlo porque la vecina del cuarto lo ha hecho también, porque quiero hacerle fotos y publicarlas en las redes sociales para que vean lo moderno que soy o porque no sé qué hacer con el dinero que tengo.

Tengo la sensación de que no hay motivos correctos o erróneos sino que hay motivos más correctos que otros. Puede ser perfectamente aceptable que quieras desarrollar una aplicación para Mac con la intención de hacerte rico y retirarte, pero quizá con esa motivación tengas más difícil alcanzar el objetivo inicial. Tal vez te pases más tiempo buscando cómo comercializar la aplicación, como hacer que genere dinero, en lugar de centrarte en cómo hacer una buena aplicación, la utilidad de la misma, la facilidad de su uso, etc.

Si planteas todo proyecto como una experiencia personal, un viaje a lo desconocido que te va a hacer crecer como profesional y como persona y buscas como resultado ayudarte a ti y a los demás, más allá de intereses económicos o de ego, estarás sembrando el éxito sobre un terreno muy fértil.

Nadie te asegura que tu proyecto termine resultando y consigas aquello que te propusiste al empezar pero estoy seguro que lo que extraigas de él será mucho más beneficioso si escogiste el motivo adecuado en su momento.

Podcast I: Isaac Asimov – Fundación y Robots.

Aquí tenéis mi primera incursión al mundo de los podcasts. No seáis demasiado críticos.

 

Crítica: Tesis sobre un homicidio

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Cuando vas a ver una película muchos y diferentes pueden ser los motivos que te lleven a hacerlo. En Tesis sobre un homicidio hay sólo uno: Ricardo Darín.

Debe darte igual que la producción venga de la mano de los que crearon ese milagro del cine que es «El Secreto de sus ojos«. Es más, debes obviarlo, porque comparar este experimento de cine de intriga con la obra maestra de Juan José Campanella desmerecería en exceso a la primera.

Tesis sobre un homicidio está lejos de ser una película que se recordará en el tiempo pero eso no es suficiente para que no pueda ser una alternativa válida viendo cómo está últimamente la cartelera. Roberto Bermúdez (Ricardo Darín) es un ex-abogado que ahora ejerce como profesor en la Facultad de Derecho, en medio de una de sus clases se produce en el aparcamiento de ésta un brutal asesinato. No hay sospechosos, no hay pistas, pero Roberto empieza a sospechar de uno de sus alumnos, el enigmático Gonzalo Ruiz (Alberto Ammann), hijo de una antigua íntima amiga de Roberto.

A partir de ese momento un juego de luces y sombras, de realidades y suposiciones sumergen al espectador en una constante duda de lo que es real y lo que no lo es. Pero lo que en realidad hace que la película sea atractiva es que el peso argumental de toda ella recaiga en los hombros de Ricardo Darín. Cada escena, cada imagen, gira entorno a él y responde como lo hace siempre: de forma magistral.

Lo demás a veces resulta hasta superfluo. Darín te seduce con esa mirada como cansada del mundo en el que vive, te lleva a su terreno y te golpea, te hace quererle, te hace dudar de lo que dice, te hace odiarle, te hace desconfiar de todos incluyéndole a él, te susurra con ese acento porteño que todo lo que ves es irreal y todo lo que no ves es cierto.

Luego la película termina y te despiertas de esa ensoñación pensando que, tal vez, el argumento sea demasiado simple, el final demasiado abierto, la construcción demasiado manida, pero por suerte ya es demasiado tarde.

Nota: 6/10

Todos necesitamos un plan

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En el día a día muchas veces solemos quejarnos de que no disponemos del tiempo suficiente para completar todo aquello que nos habíamos propuesto y, en muchas ocasiones, un problema bastante simple subyace a esta situación: la no existencia de un plan de trabajo definido.

Cuando iniciamos la jornada tenemos en la cabeza o anotadas en alguna agenda, papel, post-it o similar, un conglomerado de ideas/tareas que debemos llevar a cabo. Pero toda esa información está sin clasificar y, lo que es todavía peor, sin definir.

Conceptos tan vagos como «estudiar matemáticas» o «escribir en el blog» no sirven prácticamente para nada.

Define tus tareas.

A la hora de preparar el plan de trabajo es fundamental que definas de forma muy concreta qué tareas son las que tienes que llevar a cabo. Así, de «estudiar matemáticas» podríamos pasar a «revisar Tema 1 de matemáticas y pasar a limpio apuntes Tema 2» o en lugar de «escribir en el blog», «artículo sobre situación política actual en blog».

Son pequeños detalles que a priori parecen innecesarios pero que durante la jornada van a sernos tremendamente útiles.

El tiempo que perdemos cada vez que tenemos que definir claramente cuál es el siguiente paso en una tarea termina por difuminarnos y restarnos motivación y capacidad de esfuerzo.

Redacta un plan realista.

Con las tareas concretas ya en la mano ahora toca redactar una lista de actividades/objetivos para nuestro día de trabajo.

Los seres humanos, en general, tenemos la tendencia a acabar cayendo en el «complejo del Héroe»: nos creemos capaces de doblar, triplicar y hasta cuadriplicar el tiempo haciendo 200 tareas en media hora. Esto, además de ser irreal, conlleva una problemática mucho más grave: nos desmotiva terriblemente.

Truco: Determina el tiempo estimado (TE) que consideras que te va a llevar hacer una tarea. Dóblalo (2xTE). Añádele un 25% (1.25x2TE) y obtén una aproximación más realista del tiempo que vas a necesitar.

Con el tiempo irás afinando más en la estimación realista del tiempo que necesitas para cada tarea pero siempre recuerda algo: es preferible planificar menos tareas y acabar las jornadas con todas ellas terminadas que ir acumulando día tras día tareas sin terminar.

A trabajar.

Una vez tengas el plan definido no te queda otra cosa que ponerte. Ya no hay que pensar en qué toca hacer. Elimina los distractores externos y ponte manos a la obra.

 

Cinco canciones de Marzo (I)

Últimamente me ha dado por repasar antiguas carpetas, e incluso antiguos discos duros. Supongo que formará parte de la fase de «astenia primaveral». Aún así, me he percatado que hay algo que me gusta bastante y es encontrar medio escondidas canciones que me evocan casi con una nítida claridad aquello que sentía, pensaba o vivía en los momentos en los que las escuchaba.

Por eso comienzo con esta pequeña iniciativa de recordar cada mes las cinco canciones que más he estado escuchando durante los últimos 30 días.

Y ahí va:

#1 I can see it in your face – Pretty Lights

Yo no sé que tiene esta canción, además de que es larga (6:48) pero es un constante bucle creativo: motiva, activa y anima.

#2 Let her go – Passenger

Una letra preciosa con una canción que no se le queda detrás. Fue uno de esos descubrimientos casi por casualidad.

http://www.youtube.com/watch?v=KqLUQ-oWt1s

#3 Intro – The xx

Otra canción hipnótica. El clip además es toda una pequeña obra de arte. Café, cristal con lluvia y una moleskine. Todo muy «hipster», como le gusta a mi querido @maldonousky

#4 Radioactive – Imagine Dragons

Este es de los que te llega durante un breve instante y te toca la fibra sensible. Hay momentos en los que detiene el tiempo.

#5 Can’t hold us  (feat. Ray Dalton) – Macklemore & Ryan Lewis 

Subidón de adrenalina. Motivación extra para empezar cualquier tarea con la energía necesaria.

http://www.youtube.com/watch?v=eBItbPi-ZU8

Y hasta aquí los de este mes. Si tenéis alguna recomendación podéis dejarla en los comentarios.