Blog personal de Sergio Madrigal donde encontrar textos sobre ciencia y tecnología, psicología, cine y literatura y quizá alguna cosita más.

Mes: noviembre 2012 (página 1 de 1)

Hacia qué modelo de ventas se dirige Internet

La llegada de Internet al público general de forma masiva ha traído consigo la adopción de nuevas costumbres y la adaptación de viejos sistemas para poder dar respuesta a las necesidades de una tipo de usuario cada vez más específico.

En términos económicos, Chris Anderson acuñó hace unos años en un artículo publicado en la revista Wired el concepto «Long Tail» (Larga cola) [es.wikipedia]. De forma muy resumida y simplificada, la larga cola define un modelo de negocio basado en una plataforma de ventas de muchos productos específicos que tienen una gran masa de futuros compradores. Conocidos también como mercado de nichos, y que se enfrentan a los conocidos como mercados de masas donde pocos productos «best-seller» se venden de forma masiva.

La teoría de Anderson viene a decirnos que es posible, en determinadas situaciones, que ese mercado de nichos pueda superar al mercado de masas.

Un ejemplo claro lo tenemos con las plataformas de venta online Amazon, iTunes, AppStore, Google Play, Spotify, etc., cuya fuente de negocio en muchos casos no se basa tanto en la venta específica de una cantidad pequeña de productos sino en la suma de pequeñas ventas de forma masiva.

La evolución de estos modelos, sin embargo, muestra una clara tendencia hacia la aparición de oligopolios: para poder ofrecer un servicio de calidad con tanta cantidad de productos que den respuesta a las variopintas necesidades de los usuarios en Internet se necesita disponer de un respaldo económico y en infraestructura muy potente. Y esto puede resultar peligroso para la competencia y el desarrollo de alternativas comerciales en la red.

Es complejo, por tanto, plantearse actualmente lanzar una idea de negocio de ventas online que pueda hacer competencia a estos grandes dominadores del mercado salvo si entendemos el valor añadido, el elemento diferenciador de nuestro producto como la piedra angular de nuestro proyecto.

Y aún así, en el caso de que nuestra idea tenga éxito, existe una alta probabilidad que estos «grandes monstruos» de la economía en Internet terminen absorbiéndonos o, lo que es infinitamente peor, replicando nuestra idea a un coste menor.

Por eso es fundamental, al menos desde mi punto de vista, que una idea de negocio sea un elemento vivo, en constante desarrollo, que se autorediseñe sin cesar y que siempre vaya por delante del resto.

¿Difícil? Mucho.

¿Imposible? Imposible no hay nada.

Reseña: El Hobbit

Por fin, tras muchos años de postergarlo por considerarlo el último regalo de Tolkien y movido en mayor medida por el próximo estreno de su adaptación cinematográfica, he terminado leyendo «El Hobbit».

El Hobbit, Historia de una ida y una vuelta, como es su nombre completo en inglés, es desde su comienzo un cuento con sabor a leyenda. Una leyenda que J. R. R. Tolkien ha sido capaz de dar una forma y una esencia casi inconmensurable. En cada párrafo, en cada canción, resuenan los ecos de un mundo ya olvidado por el tiempo donde el bien y el mal luchaban por gobernar la Tierra Media. Y esos sonidos consiguen tener un tono de fábula en El Hobbit que lo acerca irremediablemente a los clásicos de la literatura infantil.

Bilbo Bolsón, al que muchos conocerán por su papel en el desarrollo de El Señor de los Anillos, es esta vez el protagonista de la historia. Representante de la tradición y la costumbre. Del ciudadano alejado de las aventuras innecesarias y amante de su vida cotidiana, de su rutina. Este pequeño y alegre personaje cuya vida se mueve entre tazas de té y desayunos dobles se verá inmerso en una gran aventura que incluye los elementos necesarios para ser épica: dragones, tesoros, anillos mágicos, seres malignos, lucha y amor.

La búsqueda del oro que protege uno de los grandes Dragones de la época será el punto de partida para que él, junto con la comitiva de enanos comandada por Thorin Escudo de Roble, se lancen a la aventura de lo desconocido. A partir de ahí, las historias se irán sucediendo. El camino, plagado de enemigos, sorpresas inesperadas, leyendas hechas realidad, etc., terminará desembocando en la terrible Montaña Solitaria (o también conocida como Erebor) dónde aguarda el poderoso dragón Smaug.

Hablar de Tolkien a estas alturas como escritor no tiene sentido alguno. La obra es una auténtica joya de principio a fin. Un cuento para pequeños y para mayores que nos sumerge de lleno en el vasto universo que el escritor fue capaz de concebir. Plagando la lectura de toques de humor, de descripciones cuidadas y de diálogos para el recuerdo. Comenzando así lo que probablemente es una de las sagas de relatos de fantasía más profunda e interesante de la literatura.

Y lo que es muchísimo más importante. La historia tiene un mensaje por debajo, que flota como una ligera niebla durante su lectura: el placer de las cosas sencillas, alejado de toda ostentación, alejado de la necesidad de poseer más. Un mensaje muy vivo y necesario en los tiempos que corren.

En definitiva se trata de toda una experiencia que sumada al ya mencionado El Señor de los Anillos y al Silmarillion, hacen que la saga de Tolkien se convierta en una obra de referencia para el lector amante de la fantasía.

En este caso, no es una lectura recomendada, sino obligada.

Redes Básico (II): Servidor DNS

Hace unos días explicaba de forma introductoria el significado y la utilidad de las direcciones IP. Si recordáis, aquellas matrículas que identifican a todos los dispositivos en Internet.

Sin embargo, pese a que en nuestro día a día navegamos continuamente por distintas páginas web, no creo que hayáis escrito demasiadas direcciones IP en la ventana de vuestro navegador. ¿Por qué?

Bien, los sesudos creadores de la red de redes se dieron cuenta al pasar un poco tiempo, que recordar retahílas de 4 números de 0 a 255 para acceder a los distintos servicios era algo excesivamente complejo hasta para ellos y por tanto pusieron en marcha sus engranajes para desarrollar una solución a este pequeño contratiempo.

Y así nació DNS. DNS son las siglas de Domain Name System y es » un sistema de nomenclatura jerárquica para computadoras, servicios o cualquier recurso conectado a Internet o a una red privada. Este sistema asocia información variada con nombres de dominios asignado a cada uno de los participantes. Su función más importante, es traducir (resolver) nombres inteligibles para las personas en identificadores binarios asociados con los equipos conectados a la red, esto con el propósito de poder localizar y direccionar estos equipos mundialmente.»  [Fuente: Wikipedia España].

Para que nos entendamos, DNS es un sistema compuesto por miles de servidores distribuidos por el mundo que almacenan una tabla en la que relacionan directamente las direcciones IP con el nombre del servidor. De esta forma, cuando nosotros tecleamos en la barra de nuestro navegador www.google.es, en realidad, el navegador lo primero que hace es realizar una consulta DNS.

Esta consulta DNS se realiza al servidor DNS que tengamos configurado y lo que se le solicita es que «resuelva» la dirección IP de «www.google.es». Una vez el servidor la encuentra y nos la devuelve, nuestro navegador realizará a partir de entonces las consultas necesarias mediante la ya conocida matrícula única (la dirección IP).

De nuevo nos encontramos ante un sistema jerárquico. Si las consultas que realizamos a nuestro servidor DNS no devuelven resultado entonces éste realizará una petición un servidor de nivel jerárquico superior (el cual se supone que tiene más duplas dirección IP – nombre del servidor) y así sucesivamente hasta hallar la correspondencia o descartar esa dirección por no existir.

La duda que te puede surgir es ¿y por qué no centralizar en un único superservidor toda la información y no tener que distribuir la información? De esta forma las consultas siempre serían al mismo equipo y si no tuviera la información la resolución sería automática.

La respuesta son en realidad dos: tiempo y seguridad.

Si tuviéramos un único equipo éste debería estar localizado físicamente en algún sitio. Es bastante lógico pensar que si, por ejemplo, estuviera en EE.UU., las consultas tardarían infinitamente más si éstas debieran realizarse hasta allí que si las realizamos contra un servidor alojado a escasos kilómetros de casa. Y con ese servidor, en un porcentaje muy elevado de ocasiones nos basta. Si analizáis vuestro comportamiento en la red veréis como vuestras costumbres de navegación os hacen visitar siempre las mismas páginas.

Disponer de un servicio como éste centralizado supone tener un único punto de fallo. La caída de ese único servidor provocaría dejar sin este servicio al 100% de usuarios.

De modo que normalmente configuramos los servidores DNS que nos proporciona nuestro proveedor de acceso a Internet.

¿Dónde se configuran?

La mayoría de vosotros accederéis a Internet a través de una red con el DHCP habilitado. Esto, en resumidas cuentas, es un «enchufa y funciona», es decir, una vez conectáis el PC al dispositivo de red, éste configura el equipo con todos los parámetros, incluyendo los servidores DNS.

Aún así, si queréis modificar este parámetro no tenéis más que acceder a vuestra configuración de redes y en la pestaña DNS cambiar las direcciones IP de los servidores.

¿Qué alternativas tengo?

Además de los ya mencionados servidores DNS que proporcionan los proveedores, si no quieres pasar por ellos tienes alternativas:

– Google DNS: 8.8.8.8 / 8.8.4.4 [ https://developers.google.com/speed/public-dns/ ]

– Open DNS: 208.67.222.222 / 208.67.220.220 [ http://www.opendns.com/ ]

Porque piensa que estos servidores están recibiendo todas y cada una de las direcciones URL que introduces en tu navegador, ya sea la de la encilopedia Británica, como la de la web de contactos en la que entras a escondidas.

 

Una propuesta

 

Ayer, 14 de Noviembre, fue convocada una Huelga General con el objetivo de mostrar el descontento popular con las medidas adoptadas por el gobierno en los últimos tiempos.

Obviando un poco los colores y la ideología detrás de este tipo de convocatoria, siempre he pensado que en esta vida la opinión respecto a algo conlleva, como tal, una crítica. Y esta crítica puede ser de dos tipos: constructiva o destructiva.

Puedes opinar sobre la forma de vestir de alguien diciendo «yo no sé cómo puedes salir así a la calle» o bien «no me gusta como vas, ¿no crees que igual si combinas ese jersey con estos pantalones irías mejor?». La diferencia como se observa a simple vista es notoria y creo que todos estaremos de acuerdo en que la segunda forma es mucho más positiva que la primera.

Es por ello que si aplicamos la misma idea al terreno de la política, deberíamos intentar evitar comentarios como «La culpa es de XXX que es un inútil» o «Es que tal partido político es …» y plantear alternativas reales y, sobretodo, realistas, ante la dificlísima situación económica a la que nos estamos enfrentando.

Aquí va, desde esta humilde ventana a la red, una de las mías.

No soy licenciado en economía y mis conocimientos económicos están excesivamente ligados a las matemáticas y las ciencias puras como para poder alcanzar a entender los entresijos que mueven el mundo económico actual. Pero como en toda ciencia, y al fin y al cabo la Economía lo es, existen una serie de principios fundamentales sobre los que luego asentar todas las teorías. Y así como la velocidad de la luz es una variable fija e inamovible en toda la Física, considero que para que haya desarrollo y crecimiento deben coexistir dos elementos en nuestra sociedad:

– Producción y consumo.

Producción

Sólo produciendo algo que merezca la pena ser comprado podremos integrarnos en un mercado tan sumamente globalizado como el actual, por eso, parte de mi propuesta viene a decir que o se invierte en I+D+i o estamos bien jodidos fastidiados. No podemos competir, ni en sueños (y dudo que queramos) con mercados como el chino o el de otros países donde los costes de personal rozan la esclavitud y, por ende, disponen de unos precios imbatibles.

¿Alternativa? Produzcamos algo de calidad, que merezca el precio que le ponemos, que se convierta en referente de mercado. Convirtámonos en pioneros. Tenemos a nuestra disposición de una cantidad impensable hace unos años de personal altamente formado y cualificado, preparado para investigar y dar a luz proyectos que coloquen a España a la cabeza de la innovación.

Permitamos que los miles de jóvenes con ideas frescas y con ganas de cambiar el mundo tengan la posibilidad de crear un negocio sin las trabas actuales ni la necesidad de un desembolso económico inicial que tanto les limita actualmente.

En EE.UU. siguen la norma de fracasa mucho, fracasa rápido. Aquí no puedes fracasar más de una vez porque ya estás arruinado. Entendamos que emprender es una carrera en la que el resultado final es el benificio para la sociedad. Permitamos alcanzar ese beneficio. Dejemos que las ideas tengan hueco y espacio para crecer.

Consumo

Reitero que mis conocimientos sobre economía son muy limitados, pero aumentando los impuestos, tanto directos como indirectos, no creo que se favorezca excesivamente al consumo. En una situación como la actual, quizá sea factible plantearse renegociar la deuda que nos oprime (bajo la amenaza de hacerla odiosa si hace falta) bajo el estricto cumplimento de unas reglas de juego que impidan, por ejemplo, que una gran parte del dinero recaudado se destine a pagar desfalcos políticos o bancarios y dejar que la justicia actúe con todo su peso sobre aquellos que realmente están ensuciando la imagen de nuestro país: sus políticos y sus gestores económicos.

Es inconcebible que una persona que gestiona su negocio para sobrevivir (o malvivir según se mire) esté arriesgando su patrimonio y, en algunos casos, hasta su libertad mientras que aquel que gestiona el dinero de los españoles pueda no sólo salir indemne de una gestión nefasta sino además indemnizado. Si un político o un banquero lo hace mal, que lo pague.

Pero volvamos al tema del consumo, rebajando la carga impositiva tendríamos posiblemente una reactivación de ese consumo que, al fin y al cabo, es la gasolina que mueve cualquier economía.

Menos impuestos, más facilidades para crear empresas, renegociar la deuda y llevar al extremo el control presupuestario de políticos, banqueros. Inspecciones reales de la función pública . Eliminación de cargos de confianza. Penas de cárcel para aquellos que comentan fraude en cantidades importantes de dinero. Penas de cárcel para aquellos que cometan fraude con dinero público.

Todo son propuestas que, desde mi punto de vista, supondrían una alternativa a lo que se viene haciendo y que, demostrado queda, no está sirviendo sino para hundirnos más en la miseria que nos ha traído esta condenada crisis.

Y no son mías. Las escuchas en la calle, en cualquier barra de bar, en una charla distendida con amigos entre tazas de café. Y no somos economistas. No somos políticos.

Quizá esa sea la diferencia.

Redes Básico (I): Dirección IP

IP Address - Dirección IPMuchos de los que os interesáis por primera vez en el mundo de las redes de computadores estáis familiarizados con un concepto básico de éstas: la dirección IP.

La dirección IP es una etiqueta numérica que identifica, de manera lógica y jerárquica, a un interfaz (elemento de comunicación/conexión) de un dispositivo (habitualmente una computadora) dentro de una red que utilice el protocolo IP (Internet Protocol), que corresponde al nivel de red del Modelo OSI. [Fuente: Wikipedia España]

Básicamente se trata de una «matrícula» que identifica unívocamente un elemento que entra a formar parte de nuestra red y que, por tanto, puede enviar y recibir información. Gracias a este identificativo podemos hacer referencia expresa a cada uno de los equipos conectados e intercambiar información con ellos.

Actualmente está implementada la versión 4 (IPv4) de este protocolo y parcialmente completada la implementación de su versión 6. Las diferencias son bastante notables pero bastará decir que se está migrando a la versión 6 porque nos estamos quedando sin números IPv4 libres.

Aunque la dirección IP se define como un número binario de 32 bits, para facilitar su uso entre los técnicos de redes, estos 32 bits se agrupan en 4 números decimales de 0 a 255 (2e8) separados por puntos entre ellos. Así, una dirección IP ejemplo sería: 196.232.12.5

En la definición también se especifica que se trata de un identificativo jerárquico. En los inicios, cuando Internet todavía estaba en pañales y se desconocía su potencial, se pensó que el número de direcciones IP planteadas (2e32) era más que suficiente para cubrir las necesidades de la tecnología. Además, se definieron bloques distintos de rangos de direcciones IP para tamaños de redes diferentes dando lugar a lo que conocemos por Clases de IP.

En la actualidad, pese haber perdido ese carácter jerárquico por la expansión de Internet, seguimos empleando el concepto de redes de clase A,B,C.

Así, la Clase A es la que definiría los rangos con más cantidad de direcciones disponibles (más de 16 millones) por cada red, aunque de este tipo sólo tengamos disponibles 128: 1.0.0.0 a 126.255.255.255

La Clase B definiría un rango intermedio que nos permitiría disponer de más de 65 mil direcciones IP únicas por cada red a cambio de aumentar el número de redes disponibles: 128.0.0.0 a 191.255.255.255

Y finalmente la Clase C se concibió como la clase para pequeños entornos dónde el número de direcciones fuera reducido, 254, para disponer así de más de 2.000.000 de redes: 192.0.0.0 a 223.255.255.255

En otro capítulo abordaremos con más profundidad la diferencia entre red, subred y host para que podamos entender correctamente estos conceptos, pero para tener una idea general sobre la jerarquía de direcciones IP es suficiente.

Así, la dirección IP es un número que supone la base del funcionamiento de la totalidad de las comunicaciones digitales que en la actualidad se emplean. Nuestro acceso a Facebook, nuestra consulta al correo, el acceso a las aplicaciones móviles online, hasta incluso los pagos en los comercios se fundamentan en este concepto. Y por eso es importante tener muy claro cuál es su utilidad y su funcionamiento.

 

La cultura del esfuerzo

Prácticamente desde que nacemos se nos inculca un concepto que algunos tienden a llamar «cultura del esfuerzo».

En realidad la «cultura del esfuerzo» no es más que la relación directa entre el éxito y el esfuerzo que necesitas para alcanzarlo.

La televisión, la literatura, nuestra propia tradición transmite entre generaciones esa «cultura del esfuerzo». Pero cuando ya llevas unos años en esta vida y empiezas a conocer su letra pequeña te asaltan algunas dudas.

¿Qué hay de cierto en esa cultura del esfuerzo?

Nuestro entorno y, en muchos casos, nosotros mismos, obviamos una parte importante de esa relación directa de la que hablaba hace un momento: no es una relación causa – consecuencia. No siempre que nos esforcemos vamos a conseguir el éxito y, lo que es todavía peor, puede darse el caso de que nosotros, o alguien que conozcamos, o veamos por televisión, alcance el éxito sin necesidad de esfuerzo. Y digo lo que es peor porque sienta dos terribles precedentes en nuestro interior: el primero es que es algo factible alcanzar el éxito sin pegar un palo al agua, el segundo, todavía más dañino, es el de pensar de qué nos sirve esforzarnos si a otros ese éxito que buscamos les llegará antes y sin que tengan que mover un sólo dedo.

¿Qué es realmente la cultura del esfuerzo?

Digamos que, en realidad, la relación de la que hablo al principio es una relación de probabilidad. Cuanto más te esfuerces, cuanto más lo intentes, cuanto más te repongas de tus fracasos rápidamente y vuelvas a comenzar mucho más probable será que logres el objetivo que buscas y más duradero será el éxito asociado a él.

Ya, pero ¿cuál es la letra pequeña?

La letra pequeña la conocemos todos pero nos obligamos a olvidarla queriendo creer que el mundo es un lugar idílico. El fracaso, el esforzado trabajador que no tiene para comer, el licenciado que se malvende en un trabajo basura, el vago que termina siendo director, el oportunista que acaba ganando mucho dinero, el rico que se enriquece más, el gobernante corrupto que sale indemne de sus tropelías, el incompetente que ocupa cargos de responsabilidad y, el que más me gusta de todos, el inútil que se cree alguien.

Pero esto no le resta ni un ápice de realidad a la esencia de la cultura del esfuerzo: cuanto más lo intentes, más cerca estarás de conseguirlo. Porque en cada iteración, en cada intento fallido, generamos un bien de valor incalculable: una experiencia más de cómo no hacer las cosas. Y llegará el día, si seguimos intentándolo, que por fin la luz se encenderá.

 

«No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de como no hacer una bombilla.»

– Thomas A. Edison.

 

10 razones para tener un Kindle

Kindle 4 Black - 79 Euros - AmazonDesde hace ya cerca de un año que soy un usuario feliz de un dispositivo de lectura basado en tinta electrónica o comúnmente conocido como libro electrónico o eBook. En mi caso, mi dispositivo es el Kindle de Amazon.

Siempre he sido un férreo defensor de la lectura tradicional como método para obtener un sinfín de resultados beneficiosos: mejorar la expresión, la creatividad, la perspectiva, conocimiento, etc., y he de reconocer que cuando surgieron hace tiempo este tipo de dispositivos fui bastante reacio a creer que pudieran en algún momento ser sustitutos del libro convencional de toda la vida.

Unos años después, sin embargo, esa creencia ha cambiado sustancialmente. Aquí tenéis las 10 razones por las que, desde mi punto de vista, os recomendaría la compra de un eBook y, en especial, del eBook de Amazon.

1. La experiencia es prácticamente idéntica a la de leer un libro. Esta claro que estos dispositivos no disponen de páginas y que no reproducen el olor a libro viejo, pero la percepción de que estás leyendo en un elemento electrónico se pierde casi al instante. Esto es gracias a que es un dispositivo «quasi-pasivo», es decir, cuando estás leyendo en realidad no está consumiendo energía y es sólo cuando pasamos de página cuando la tinta electrónica se redistribuye para mostrarnos correctamente el texto.

He escuchado miles de veces la manida frase: «es que como un libro, nada». Bien, como en todo, es algo tremendamente subjetivo. Sin embargo, como lector, mi opinión es clara, este prejuicio desaparece en el momento en el que te decides a leer un libro en un eBook. Y lo digo yo, lo dice mi entorno más cercano y el inmenso porcentaje de usuarios que ya usan libros electrónicos.

2. Es más cómodo que un libro. Libros de más de 1000 páginas en un tamaño reducido. Leer en un Kindle es sinónimo de comodidad. De sentarse en cualquier sitio, encenderlo, y disfrutar de la lectura.

3. Dimensiones casi perfectas. Algunos echamos en falta una pantalla quizás un poco más grande, pero en líneas generales, es un aparato que cabe en prácticamente cualquier sitio. Fácil de transportar. Eso sí, es recomendable comprarle una funda para protegerlo.

4. Una biblioteca infinita. Ya hemos dicho que es más cómodo que un libro, pero es que no es un libro, sino muchos. En realidad todos. Kindle es un soporte que te permite llevar tranquilamente 15, 20, 40 libros almacenados e ir pasando de unos a otros con extrema facilidad.

5. Precio sin competencia. Hablamos de 80 euros puesto en casa. Sólo con la rebaja de los libros en formato electrónico (y ya no hablamos de las maneras alternativas de conseguirlos) la amortización del dispositivo llega a los pocos meses de haberlo adquirido, dependiendo de la velocidad de lectura.

6. Velocidad de lectura. No soy el único que ha percibido que leyendo en estos dispositivos lees más rápido que con los libros convencionales.

7. Comunidad en constante crecimiento. Existe una enorme comunidad de usuarios de libros electrónicos que nos va a permitir sumergirnos en un mundo de recomendaciones, mejoras, aplicaciones alternativas para potenciar nuestros dispositivos, reseñas, etc.

8. Acceso a la autoedición y la autopublicación. Gracias al formato electrónico, los autores noveles van a poder saltarse el farragoso y limitante proceso de tener que pasar por la editorial para poder ver su libro publicado. Aún así esto es un arma de doble filo: nos permitirá a muchos lectores conocer autores que están iniciando su andadura por el mundo narrativo con mayor facilidad pero también facilitará la publicación de textos sin la mínima calidad exigible.

9. Lee, aquí, ahora. Enciende tu Kindle y tras 1 segundo seguirás leyendo por dónde te habías quedado. Pero además, Kindle no es sólo un dispositivo. Es, en realidad, todo un vasto ecosistema que Amazon ha ido desarrollando con paciencia y mimo y que nos va a permitir, en primer lugar, la ubicuidad de lo que estemos leyendo: Kindle, móvil, tablet, PC, etc., dispondrán del libro por el mismo sitio donde lo hayamos dejado. Podremos adquirir libros gratuitos o a precios realmente bajos con un sólo click. Y todo esto de forma muy sencilla y accesible para todo tipo de público.

10. Disfruta. Llevo casi un año, como decía al principio de este artículo, y sólo puedo decir cosas positivas de este aparato. He leído ya más de 15 libros en él, con la grata sensación de poder sumergirme en el placer de la lectura sin en ningún momento echar de menos para la página de papel.

Y estas son sólo unas cuantas de las muchas razones que hay para lanzarse a la aventura de leer miles de libros en formato electrónico. Cada uno tendrá las suyas. Pero lo que está claro es que si dudas si merece la pena o no adquirir uno de estos aparatos, ahí tienes mi recomendación: hazlo, ya.