Ayer leí por encima el último artículo de psicología que venía en El País Semanal. Hablaba de lo complicado que es para nuestro entorno afrontar nuestras decisiones cuando estas conllevan cambios radicales. Analizaba lo complejo que resulta para quienes reciben una noticia para la que no están preparados asumir ese cambio y aceptarlo.

Pero más allá de nuestro entorno, yo me pregunté si nosotros mismo estamos preparados para el cambio.

Demasiadas veces nos encontramos ante un futuro lleno de incertidumbre donde nuestras decisiones a corto y medio plazo pueden ser determinantes en el devenir de los acontecimientos. Y esa relevancia a la hora de escoger el camino correcto puede derivar en ansiedad, agobio y sensación de descontrol. Solemos llamar a esto «resistencia a cambiar» o «estar acomodado». Y está claro que todo aquellos que conlleve un cambio en nuestra rutina diaria: desde un cambio de situación sentimental hasta una evolución a nivel laboral, nos produce esa sensación de pérdida de control.

Pero en la valentía de aquellos capaces de no sólo suavizar y gestionar esa sensación, si no de ver más allá de lo que los demás son capaces de ver, reside la verdadera esencia del emprendedor y, en definitiva, del triunfador.

Este 2011 aparece ante nosotros como un año plagado de incertidumbre. Puedes quedarte sentado, esperando a que el mundo solucione tus problemas, mantenerte donde estás, y quedarte así para siempre.

O puedes ser valiente y ser tú quien cambie el mundo, se adapte a sus nuevas circunstancias y encuentre la luz entre tanta oscuridad.

Yo ya lo he decidido. ¿Y tú? 🙂