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El enésimo final de una saga. Star Wars IX: Rise of Skywalker

Esta cuarentena me he permitido ver la última de las películas de esta especie de “reboot” cinematográfico que Disney quiso inventarse al adquirir la franquicia Star Wars.

Star Wars: The Rise of Skywalker es, probablemente, la película que todo fan advenedizo de la saga estaba esperando y, sin embargo, está cargada de todos los errores que lleva arrastrando desde el Episodio VII.

Estamos ante la trilogía más prescindible de todas, aunque no sea El Ascenso de los Skywalker la peor de sus tres entregas. El problema aquí es la herencia envenenada de un cúmulo de errores de bulto en la narrativa de la saga y la búsqueda desesperada de escenas icónicas como servicio para el fan que quiere salir del cine emocionado.

Lo primero nace de una idea errónea de lo que significa relanzar una saga y lo pudimos padecer en el Episodio VII. Lo segundo, es denominador común a las nuevas tres películas como fórmula para agradar al espectador.

Con todo, no es una mala película del todo. Tiene ritmo, tiene giros menos predecibles y los nuevos personajes ganan algo de entereza ya en su recta final. El problema es que los Finn, Poe o Rey están constantemente buscando definir quiénes son y, ni siquiera cuando todo ha terminado acabas de tener claro cuál era su verdadera motivación.

Hay otros, como Kylo Ren, que fueron siempre a remolque de la sombra de lo que se esperaba de ellos y que ven como su personaje termina por desmigajarse definitivamente entre escenas muy alejadas de la originalidad de la primera trilogía y cientos de expectativas no colmadas.

Quizá sea porque todo recuerdo tiende a ensalzar las virtudes de aquello que recordamos y a suavizar los defectos. Quizá sea porque los que en aquella época eran adolescentes hoy ya son cuarentones. Yo me decanto por el hecho de que el lenguaje cinematográfico ha tenido tiempo más que suficiente de evolucionar y, sin embargo, Star Wars debía haber seguido siendo lo que fueron sus tres capítulos originales: una Space Opera sin muchas pretensiones. Un western en el espacio al que sólo le importó la sorpresa cuando reveló la realidad tras la máscara de Vader. El resto era puro entretenimiento.

El misticismo que se generó a su alrededor no fue cosa de su profundidad de guion, ni de sus enrevesadas historias con múltiples ramificaciones. Fue tan sencillo como darle al público una historia coherente y unos personajes con el carisma suficiente para que terminases enamorado de ellos.

Crítica: Star Wars – Los últimos Jedi (2017)

Llegó el día. Finalmente, el segundo episodio de esta nueva trilogía de La Guerra de las Galaxias, bajo el paraguas de Disney, se estrenó el pasado viernes. Y, como buena saga que se precie, han corrido ríos de tinta respecto a ella.

La historia

La historia comienza donde nos dejó «El despertar de la Fuerza». Una vez presentados los personajes, era momento de desarrollar la historia. La joven Rey, heredera de la Fuerza, ha encontrado finalmente al legendario Caballero Jedi Luke Skywalker. La Resistencia, diezmada por los continuos ataques de las tropas de la Primera Orden, aguanta como puede tratando de reorganizarse, con Leia Organa como General al mando de las fuerzas rebeldes.

En Los últimos Jedi, la saga explora nuevas historias que orbitan alrededor del eje central de sobras conocido: la línea de sangre de los Skywalker y su lucha de poder entre la Fuerza y el Lado Oscuro.

Los personajes

Está claro que esta nueva trilogía tiene un nombre protagonista: la joven Rey. Interpretada por Daisy Ridley, se trata, sin ningún género de dudas, del personaje con más fuerza de las dos películas que llevamos hasta ahora. Nacida en un planeta perdido, desconocedora de su procedencia real, de la identidad de sus padres, con Rey han construido el prototipo de héroe que inicia su recorrido en busca de respuestas. Daisy Ridley, por otra parte, está mejor en cada película. La mejor con diferencia.

En el otro lado de la balanza tenemos a Kylo Ren, (o Ben Solo). Si me harté a criticar este personaje en El Despertar de la Fuerza, he de reconocer que he visto una evolución satisfactoria en él. Sigue debatiéndose en ese conflicto interno, pero ahora lo hace con coherencia. Su psicología encierra esa eterna disputa del hijo que quiere romper con el mundo de sus progenitores para construir el suyo propio. La suya es una historia de orgullo desmedido y de amor contenido. Adam Driver, su intérprete, está, de lejos, mucho más centrado en esta segunda entrega. Consigue transmitir esa sensación de lucha interna y al mismo tiempo empieza a perfilarse como el villano supremo que todos esperábamos ya en la primera película.

El tercero de mis favoritos es Oscar Isaac. Menos presente, es cierto, en esta segunda parte que en la primera, pero correcto en su interpretación de Poe Dameron, el capitán de las fuerzas rebeldes. Su papel está demasiado aislado de la historia, centrado en exceso en arcos argumentales paralelos al hilo central que narra Los últimos Jedi. Para mi, es un personaje terriblemente desaprovechado que espero y confío tenga una presencia mayor en la tercera y última entrega de esta saga.

Mención especial, desde mi punto de vista, debería tener Mark Hamill. Han pasado muchos años sí, y no es un dechado de virtudes interpretativas, pero su personaje tiene tal peso, tal carisma, tal fuerza en la historia de Star Wars, que compensa esas posibles carencias. Su interpretación suma mucho a la narrativa de Los Últimos Jedi, le añade además ese punto de nostalgia del que tanto se ha beneficiado siempre Star Wars.

Hay otra lista, esta menos bonita, de personajes y actores menos interesantes.

Empezando por Leia Organa. Carrie Fisher, que la Fuerza la tenga en su gloria allá donde esté, hace probablemente el peor papel de su vida. Es una auténtica lástima que su legado quede empañado por semejante despropósito. En su caso se han jutado los dos perfectos ingredientes para el desastre: la pésima construcción de un personaje y su absoluta incapacidad de interpretarlo. Leia Organa, por un lado, es un personaje prescindible en toda la obra. Su aparición en la primera entrega tuvo ese componente al servicio del fan de volver a juntar a los dos grandes protagonistas de la saga original: Han y Leia. Pero en esta, una vez Solo ha desaparecido, desaparece con él toda la fuerza de Leia. Una Leia que se caracterizó en los 70 por ser la antiprincesa: lejos del arquetipo de mujer débil necesitada de su príncipe salvador, Leia Organa encarnaba la fuerza y el espíritu rebelde de la Resistencia al todopoderoso Imperio. No queda ni rastro de ese poder. Y a eso hay que añadirle la pésima actuación de Carrie Fisher: sin carisma, sin transmitir absolutamente nada y con algunas secuencias que no es ya que rocen el ridículo, es que retozan en él.

Junto a ella, otro de los personajes totalmente prescindibles es Finn, ese soldado al que le da una especie de chungo mental y se hace bueno porque ve que la sangre no queda bien sobre el uniforme blanco. John Boyega no puede estar más sobreactuado en esta entrega. Y mira que era difícil superarse con lo que había hecho en El Despertar de la Fuerza. Como sucede con Carrie Fisher, sólo falta que a un actor mediocre le des un papel mediocre. La historia de Finn en Los Últimos Jedi es lo más prescindible que he visto en años en una película.

La obra dentro de la saga

Esa mezcla de claros y oscuros hace que Los Últimos Jedi no sea, ni de lejos, una película perfecta. Sus carencias no se pueden tapar con escenas técnicamente impolutas, o con una banda sonora que vuelve a tener una factura casi perfecta. Sin embargo, es una película que mejora en mucho a El Despertar de la Fuerza. Los Últimos Jedi añaden dos elementos fundamentales, críticos, en una obra cinematográfica: coherencia narrativa y evolución. Las incongruencias con las que tuvimos que vernoslas en el Episodio VII, se suavizan mucho en esta entrega, hasta el punto de que al salir del cine tienes la sensación de haber visto una película redonda: con altibajos, pero redonda.

Resultan inexplicables, es cierto, determinados momentos anticlimáticos. Inexplicables por lo prescindibles que son. La construcción de un personaje como Snoke, que se planteaba como una especie de Darth Sidius en la sombra, se merece un trato infinitamente mejor que el que se le da en Los Últimos Jedi. Pero no me cabe duda que lo más innecesario de todo es el arco argumental encabezado por Finn. Ya he dicho que se trata de un personaje mediocre, pero es que la historia que protagoniza es todavía peor: cuenta poco o nada, aporta menos al resto de la película y tiene una relevancia escasísima.

Las expectativas y el futuro

Pero seamos honestos: es Star Wars, no la última película ganadora en Cannes. Si partimos de la base de lo que se espera de una película de este calibre, nos encontramos con una producción más que decente. Aventuras, personajes carismáticos, giros de guión, épica…, en definitiva los ingredientes para cocinar una historia para todos, grandes y pequeños. ¿Su mayor defecto? Las ordas de fans gafapastas de más de 40 años que se piensan que existe una especie de dogma relacionado con Star Wars, que idolatran la trilogía original a pesar de sus muchas carencias y son incapaces de ver la clara e interesante evolución que aporta este Episodio al conjunto de la historia. Lejos de entender de que es una obra de aventuras con más ficción que ciencia, con más componente filosófica que científica, se esmeran en intentar encontrar lagunas en el guión.

En una Galaxia lejana, en realidad, todo está permitido, y si antes nos maravillábamos porque una nave pudiera saltar a través del hiperespacio, no comprendo las críticas a las licencias que se toman en este Episodio.

El futuro, en forma de episodio conluyente de esta trilogía, resulta a mis ojos muy interesante. Han dejado muy abierto ese conflicto interno de Kylo Ren. Siguen sin quedar claros los orígenes de la poderosa Rey. Y la Resistencia parece estar prácticamente diezmada… pero la esperanza, como siempre sucede en esta historia, aguanta las acometidas del Lado Oscuro.

Dentro de dos años saldremos de dudas. Tras las letras amarillas que nos introducen en esa Galaxia lejana… nos esperan las respuestas a muchas preguntas y el nacimiento de una nueva leyenda.

Nota: 6/10