Blog personal de Sergio Madrigal donde encontrar textos sobre ciencia y tecnología, psicología, cine y literatura y quizá alguna cosita más.

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Francisco Ibáñez – In Memoriam

No recuerdo cuál fue el primer libro que me leí.

De lo que tengo certeza es de que mi primer tebeo fue un Mortadelo y Filemón.

Hay escritores que nos impactan por su forma de escribir, otros por sus historias, los hay que marcan un momento particular de nuestras vidas y los recordamos siempre por ello.

El caso de Francisco Ibáñez es distinto a todos ellos: a él le pertenece, como a cientos de miles de adultos hoy, toda mi infancia y parte de mi adolescencia.

Suyas son, sin discusión, las tardes de domingo junto a mi padre: él leyendo la columna de Manuel Vicent, yo gozándome 13 Rue del Percebe.

Si a alguien debo agradecerle mi pasión por leer, mi amor por las historias y mi afición a los cómics, es sin duda a él.

Gabriel García Márquez decía que al escritor no lo mata nadie, ni siquiera la muerte, y hoy eso es más cierto que nunca. Hoy en su despedida de este mundo me ha hecho regresar a los lomos rojos de uno de sus innumerables tomos de Super Humor para volver a disfrutar de sus historias.

Su legado es tan grande que se me aventuran pocos a su altura, con una herencia cultural que trasciende y trascenderá generaciones. Con una visión de la vida a la que el paso del tiempo poco le importe y mucho menos le afecte.

Hoy cientos de miles de adultos que un día fuimos niños, nos despedimos de un pedacito de esa infancia que tanto nos cuesta recordar. Y en esa despedida el genio de Ibáñez nos regala, aunque sea en lo que dura una de sus desternillantes historietas, volver a sentirnos chavales de 10 años, con tiritas y mercromina en las rodillas y bocadillos con papel de alumnio, sentados en el borde de una acera una tarde cualquiera de verano.

No se marcha solo, eso sí. En su mochila se lleva el agradecimiento infinito de varias generaciones de personas que crecimos, que nos educamos con su arte y que hoy, como mejor homenaje posible a él y a nosotros mismos, volvemos a sus historietas una vez más.

Por todas las que nos quedan y que mantendrán vivo su recuerdo.

Que la tierra le sea leve, Don Francisco.

Crítica: Joker (2019)

Cuando en El Caballero Oscuro, Bruce Wayne le pregunta a Alfred acerca de los motivos detrás de un absurdo comportamiento de unos criminales en Burma, el mayordomo le contesta con la mítica frase: “Algunos hombres solo quieren ver el mundo arder”

Joker (Todd Phillips, 2019) narra magistralmente lo que esconde detrás esa sinrazón. Algunos hombres solo quieren ver el mundo arder porque el mundo se encargó de prenderles fuego a ellos primero. Y en un mundo donde ya nada tiene valor, el fuego es lo único que queda.  

Joaquim Phoenix se marca una de las mejores interpretaciones que recuerde haber visto en la gran pantalla, alzándose como un sucesor a la altura del desaparecido Heath Ledger y elevando al personaje del Joker a los altares de la cinematografía.

La película es una deliciosa receta de lo que se necesita para construir a un supervillano. En una sociedad que se ha olvidado a los más vulnerables, Arthur Fleck, quien posteriormente terminará siendo el mayor de los enemigos de Batman, va cocinando a fuego lento una suerte de empatía con el espectador. Él es la víctima de un sistema podrido desde la raíz de su concepción y es, precisamente, en él, donde confluyen todas las miserias de nuestro tiempo.

De esta forma se desarrolla un vínculo estrecho pero incómodo en el espectador, que aprieta los puños al ver como la justicia impuesta mediante la violencia da respuesta a sus necesidades más animales, pero que, al mismo tiempo, se aleja de lo socialmente aceptado y lo coloca en una posición éticamente reprobable.

Uno comprende al Joker, llega a sentirse cómo él, pero el Joker está loco. Tiene esa clase de locura plagada de contradicciones, de ilusiones rotas y de mundos imaginarios. Un psicópata sanguinario que se cansó de anhelar ser aceptado. Pero que guarda, en algún lugar de su interior, su capacidad de sentir y de emocionarse.  

No somos él. No queremos ser él. Pero hay algo de él que nos atrae, que nos fascina.

Al Joker lo creamos nosotros, como grupo social. Él solo representa la suma de todos nuestros impulsos salvajes por tumbar un sistema que sobrevive devorando la poca humanidad que nos queda. Un sistema que se esfuerza en sacar de la ecuación humana la variable de la imperfección, de la diferencia. Como bien escribe el propio Arthur en su diario: “la peor parte de tener una enfermedad mental es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras”.

Esa dicotomía de víctima y verdugo lo convierte en el villano perfecto.

Él es nuestro lado menos humano.

Pero en él reside nuestra esperanza por cambiar el mundo.

Que ya lo dice Frank Sinatra…

I said, that’s life (that’s life) and as funny as it may seem
Some people get their kicks
Stompin’ on a dream
But I don’t let it, let it get me down
‘Cause this fine old world it keeps spinnin’ around

Nota: 9/10

Crítica: Watchmen

Watchmen - La película

Watchmen - La película

En mi opinión, de adaptaciones literarias al cine siempre han habido 3 tipos: las malas, las aceptables y las muy buenas.

Anoche tuve que añadir una cuarta opción: están las muy buenas adaptaciones y después está Watchmen.

Si bien es cierto que es algo larga, sin lugar a dudas es la mejor adaptación de un cómic/libro al cine que he visto en mi vida. El problema es que, cómo en todo, hay diversidad de opinión.

Por un lado están los que no se han leído el cómic, no son fanáticos del mundo DC y de los super héores y van al cine esperando ver una reversión de X-Men o Spiderman: craso error, le película se les hará larga, pesada, a veces sin sentido, carente en muchos momentos de la acción que se espera de películas de superhéroes, demasiado profunda.

Por otro, están los amantes del mundo del cómic, de los superhéroes pero que tampoco se han leído el cómic. En este caso saldrán del cine con buen sabor de boca. La película se les hará entretenida, verán una alternativa a muchos superhéroes conocidos desde una visión y una perspectiva más oscura y pesimista.

Y por último están los que, como yo, nos hemos leído el cómic. Sencillamente salimos alucinados de la casí simétrica versión que se nos presenta en el cine.

Si hablamos de lo que es la película en sí: los personajes elegidos son casi perfectos, la actuación de los mismos calcada a la versión dibujada y el hilo de la historia correcto.

Se echa en falta algo más de brevedad en algunas escenas y un poco más de ritmo, pero probablemente le habría restado realismo a la adaptación.

Una película de esas que tienes que saber si puedes ir a verla o no.

Valoración personal: 7/10

Feliz centenario

Hoy se le rinde homenaje al genio dibujante José Escobar, creador de los traviesos Zipi y Zape y del pobre hambriento Carpanta después de cumplirse el centenario de su nacimiento.

Y esto me ha hecho recordar las tardes que me tiré con esos libros gordos llenos de hojas y hojas de cómic (los Super Humor) leyendo y releyendo las travesuras de los hermanitos que traían a su padre y a su madre por la calle de la amargura y el pobre Carpanta, que por mucho que lo intentase, no encontraba la manera de comer dignamente en este país.

Sin lugar a dudas este es un tesoro y un bien muy preciado que no deberíamos dejar que cayese en el olvido y la mejor forma es que a las nuevas generaciones que tienen tanto acceso a tantas cosas: videojuegos, internet, DvD… se les enseñe lo tremendamente reconfortante que es llegar una tarde a casa, ponerte una manta y leer y leer aventuras en cómic.

Más información en este estupendo artículo de La Vanguardia.

Visto en… Menéame.net