Blog personal de Sergio Madrigal donde encontrar textos sobre ciencia y tecnología, psicología, cine y literatura y quizá alguna cosita más.

Categoría: General (página 1 de 15)

Categoria general

Propósitos para 2024

Otro año termina.

Así de simple. 365 días después, aquí otra vez, intentando hacer el ejercicio de mirar hacia atrás y ser mínimamente honesto conmigo mismo.

Y, cómo ya dije hace un año: Los propósitos de año nuevo son una quimera y un arma de doble filo que lo mismo que nos divierte se puede convertir en una verdadera frustración vital.

Así que frente al papel en blanco, y con la lista de este 2023 en el cogote, me dispongo a enfrentarme al Sergio de hace un año.

Revisión de 2023

Aunque escribí la lista el 31 de diciembre de 2023, hice una pequeña revisión en Abril. La intención era continuar 3 meses después, pero bueno, ya conocemos las buenas intenciones.

Hoy me centraré en esa lista revisada, porque traté de ser más realista y más conciso y me vino bien para acotar mis expectativas:

Objetivos para 2023

  1. Leer 15 libros (~1/mes) ✅
  2. Publicar 24 posts (2/mes) ❌
  3. Hay 4 series que quiero empezar y terminar
  4. Quiero obtener 3 Certificaciones.
  5. Hacer deporte 2 veces a la semana. / Bajar a 80kg.
  6. Terminar el libro de Latín. 
  7. Completar el Proyecto Legendarium. Poner en marcha el Proyecto Alianza Digital.
  8. Viajar a 3 destinos diferentes a lo largo del año.

Visto así, 5 fracasos frente a 3 logros, uno se queda con la sensación de que no ha ido bien.

Pero es cierto que muchos de esos objetivos fallidos se han conseguido parcialmente.

  • He publicado 14 entradas, duplicando las que escribí en 2022.
  • He mantenido una rutina de hacer deporte que, si bien no me ha alcanzado para llegar al objetivo, me ha demostrado que puedo ser consistente también en ello.
  • He completado proyectos web y applicaciones que me han permitido profundizar en el aprendizaje de tecnologías muy interesantes para este 2024.

Por otro lado, dentro de los objetivos cumplidos, este ha sido un año de mucha más lectura (más de 15 libros), mucho viaje (más de 40.000 km recorridos en 3 meses) y mucho, muchísimo aprendizaje.

Así que, en realidad, este 2023 cierra con un balance muy positivo y con la vista puesta en un 2024 que se aventura tan interesante y apasionante.

Propósitos para 2024

Pero aquí hemos venido a jugar. Está claro que esto es un ejercicio que tiene mucho de ficción y poco de ciencia, pero yo siempre he sido un amante de las dos:

Para este 2024, estos son mis propósitos:

  1. Leer 20 libros: Ahora que le he cogido el gusto, y con una lista de pendientes, tanto en físico como en digital, bastante considerable, ha llegado el momento de dar otro pasito adelante.
  2. Publicar 24 posts: Aquí repito, quizá por cabezonería, pero creo que es posible alcanzar un ritmo de publicación en este espacio que me lleve a escribir dos veces al mes.
  3. Retomar el piano (2 piezas): Hay pocas cosas que me eche más en cara este 2023, como de mi total dejadez para con el piano. En 2024 es una de las cosas que pretendo cambiar sí o sí.
  4. Deporte (2 veces semana/82 kg): El camino ya está iniciado, ahora falta asentarse y complementarlo no sólo con el gimnasio sino con salir a correr de vez en cuando. De nuevo, metas asequibles.
  5. 300 contribuciones en mis repositorios: Esta es nueva, pero este año he pasado de 160 contribuciones a 110 en mis repositorios y este 2024 debe ser el año de desarrollar y desplegar los múltiples proyectos que tengo en mente.
  6. Certificaciones (3): No tiene mucho más. Con el cambio de trabajo y los múltiples frentes que he tenido abiertos, me he ido formando de forma paralela a las certificaciones regladas, en 2024 ha llegado el momento de consolidar ese conocimiento.
  7. Multiplicar mis números en internet. Hoy en día hay cada vez más plataformas, más mecanismos que nos permiten comunicarnos y este 2024 pretendo aprender a usarlos (al menos en aquellos que me siento más cómodo) y que eso conlleve más contenido.
  8. Aprender a estar. Llevo mucho, muchísimo tiempo, machacándome con la idea de que vivo 5 minutos hacia adelante, siempre lejos del presente, tratando de vivir en un futuro que no existe. Es un comportamiento aprendido durante años que me impide, en muchos momentos, disfrutar del presente. Y, como todo comportamiento aprendido, se puede desaprender.

Y ya estaría. Ocho nuevos propósitos para un año cuyas cifras suman 8. Poco más voy a pedir.

Hasta dentro de 365 366 días.

¡Feliz 2024!

RE: Comenzar

En mi lista de propósitos anual he descubierto que hay dos grandes categorías de objetivos.

Por un lado están los propósitos temporales, las motivaciones que son flor de un día (o de un año), que nacen de circunstancias puntuales, modas, intereses que vienen y luego terminan yéndose. Estos propósitos duran lo que tarda en llegar el momento de volver a pensar en un nuevo año: ahí las circunstancias han cambiado, las modas pasajeras desaparecen, los intereses se redirigen o, sencillamente, dejan de interesar.

En el otro lado de la lista están los propósitos de siempre. Los que me han acompañado toda la vida y que, a pesar de representar en sí mismos la prueba de que «nunca llegaré a cumplirlos», siguen perpetuándose año tras año.

Entrecomillo lo de nunca llegaré a cumplirlos porque ahí está la clave. No se trata tanto de la cantidad de propósitos, ni siquiera de su dificultad aparente. Aquello que hay detrás de mi fracaso a la hora de cumplirlos es mi percepción de qué significa haberlo hecho, de cómo mido un objetivo cumplido.

En una mentalidad tan acostumbrada a un mundo binario como la mía, cuesta definir situaciones intermedias. Y en una realidad tan alejada de contextos polarizados, tan difícil de parametrizar entre el blanco y el negro, existen pocas cosas que puedan etiquetarse de esta forma.

Es en esa relación de complicado encaje donde mis propósitos anuales tratan de existir. Interviniendo en fechas señaladas, como ahora, para recordarme que no he dejado de querer las mismas cosas: saber más, llevar a cabo aquel proyecto que inicié hace dos años, dedicar más tiempo a lo que me apasiona (si alguna vez existió) y, en definitiva, acercarme algo a ese yo ideal que he tenido siempre en mi cabeza.

Este año volveré a hacer esa lista. Volveré a escribir todas esas cosas que me encantaría hacer y que no he sabido o no he podido terminar. Lo hago más por tradición que por su efectividad, que igual que las listas mágicas para cumplir objetivos o los 5 trucos que te harán más feliz, son una especie de Reyes Magos de la psicología. Existen solo de forma ilusoria en nuestra cabeza.

Lo que he aprendido tras todos estos años de propósitos fallidos es que, en su lento discurrir hacia el fracaso, han ido dejando en la cuneta muchos pequeños éxitos. Logros que pasan desapercibidos eclipsados por ese enorme menhir que son los objetivos estáticos, tan ambiguos, tan difíciles de categorizar. Y en cada uno de esos diminutos pasos hacia adelante, en definitiva, es donde me veo avanzando en el propósito más importante de mi vida: intentar cada año ser un poco más feliz.

35 Veranos

Hoy al despertar todo seguía en el mismo sitio.

Lo de cumplir años parece tener ese halo de trascendencia cuando en realidad no es más que un día de los trescientos sesenta y cinco del año.

Las rutinas de siempre. El paseo matutino con Luna. Al menos ya nos hemos quitado de encima la dichosa ola de calor.

Luna. Hace un año no se me hubiera pasado por la cabeza. Ya ni te cuento hace diez.

Si algo tienen los cumpleaños es que te permiten anclar perspectivas: son pequeñas montañas que tomar como referencia para mirar de donde viene uno. Mi camino, visto desde esta última atalaya, ha tenido un sinfín de giros extraños. Extraños por lo inesperado, pero supongo que de eso se trata vivir tu vida.

Hace diez años cumplía veinticinco y tengo ahora la sensación de que por aquel entonces no sabía casi ni atarme los cordones de los zapatos.

Una psicóloga hace tiempo me preguntó aquello tan tópico de dónde me veía dentro de cinco o diez años. Le contesté que casado y con hijos. No sé si lo hice porque era lo que se esperaba que dijese o porque por aquel entonces seguía escribiendo mi futuro en una cuadrícula.

Aún todavía hoy me descubro queriendo encorsetar mis decisiones en una fotografía que nada tiene que ver conmigo.

Benditos veinticinco años, pienso. Tan vacíos de responsabilidades. Como decía el poeta palentino, a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor.

Lo de Jorge Manrique con el tiempo pasado tiene parte de verdad y parte de drama innecesario. La diferencia entre pasado, presente y futuro es más una sensación que una pérdida real.

Cambiamos con el paso de los años. Pero no tanto como creemos, ni tanto como nos gustaría.

Cambiamos porque nuestras circunstancias cambian. No hay cuadrícula que valga.
Te das cuenta en días como este, donde los planes no son los mismos, ni las personas que te acompañan, ni la rutina con la que buscamos controlar nuestro tiempo. Difícilmente hace diez años podría haber imaginado mi vida hoy.

Sacas a pasear a un perro que te dijiste que jamás tendrías, envías a 1500 km de distancia un mensaje que te dijiste que jamás enviarías. Ahora ya no haces planes a cinco o diez años y miras al futuro con menos inocencia, pero quizá con más seguridad en ti mismo.

De eso va lo de cumplir años. No es más que tiempo que pasa. Números en un calendario a los que a veces adjuntas recuerdos.

Y yo voy ya por treinta y cinco veranos.

Cadenas invisibles

El mueble que hay en el comedor de casa de mis abuelos es un mueble de esos de toda la vida. Grande. Enorme. Tanto que uno no alcanza a contar los huecos, estantes y vitrinas que tiene. Una vieja radio hace de director de orquesta en el centro mientras van apareciendo a su alrededor cuberterías, vajillas, copas, botellas de vino y enseres de todo tipo. Tiene incluso una de esas puertas abatibles donde mi abuelo guardaba los licores. Todavía me viene a la memoria el olor a coñac cuando la abríamos para coger los dados y las barajas de cartas en aquella época en la que los primos que nos juntábamos en vacaciones éramos los suficientes para poder jugar a cualquier cosa.

En lo más alto de ese imponente mueble se muestran las fotografías de las bodas de todos los hijos de mis abuelos. Todas guardan el mismo patrón: de pie, a los lados, los padrinos; a veces mis abuelos, a veces mis tíos. Sentados, con una expresión seria a medio camino entre el pavor y la condescendencia, los novios. Recuerdo que de pequeño sentía cierta mezcla de miedo y admiración por esas fotos. Había una parte tétrica en esas imágenes descoloridas de gente seria, engalanada con lo que suponía habría sido la moda quince o veinte años atrás, con la mirada fija sobre todos los nosotros, juzgando con severidad con sus miradas.  Al mismo tiempo, ver a mis padres o a mis tíos mostrando esa lozana juventud ponía en entredicho mi concepto de la edad del universo, que por aquel entonces rondaría la cifra de diez años a lo sumo.

Saco del baúl de los recuerdos esas fotografías en lo alto del mueble de mis abuelos porque esa especie de lúgubre visión de todas ellas gobernando por encima de nuestras cabezas, como invisibles jueces que lo evalúan todo, me ha hecho pensar en que hoy todavía seguimos encadenados a fantasmas invisibles.

Nos creemos adalides de una sociedad libre. Libertad que nos conjuramos en ejercer cuando nuestra vena revolucionaria post-adolescente nos empuja a enfrentarnos a la realidad de las responsabilidades. Nos decimos que somos libres de elegir nuestro destino. Que el camino solo lo marcan nuestros pasos.

Todo es una patraña de proporciones inconmensurables. Nunca fuimos libres. Al menos no lo somos la inmensa mayoría de nosotros.

De forma sutil pero permanente, la semilla de la normativa social se planta y germina en nuestro interior desde bien pequeños. No es algo evidente. Uno no puede detectarlo a simple vista. Pero existe. La conforman casi todas las relaciones sociales consideradas aceptables por nuestro entorno, que no hacen sino reforzar esa imagen de lo que está bien. También está en los gestos de desaprobación de nuestros padres o nuestros amigos al hablar de una situación que se sale de esa supuesta normalidad.

Aprendemos a querer, a desear esa fotografía en lo alto del mueble. Se convierte en nuestro objetivo vital y entorno a él orbitan todos nuestros pasos. Caminamos, no construyendo nuestro futuro, sino dirigiéndonos hacia él.

El destino sí está escrito. Lo escribimos nosotros cuando consciente o inconscientemente decidimos que el sello de calidad de la felicidad lo establece una hipoteca, una boda, un hijo y las vacaciones en un apartamento en la playa.

Incluso los que intentamos razonar en contra de ese dogma nos topamos con el muro de una construcción mental que lleva años fraguándose a fuego lento. “Está mal”. Está mal no casarse. Está mal vivir de alquiler. Está mal no tener hijos. Aquellos valientes que deciden vivir al margen de la normativa suelen ser mirados con miedo o desprecio. No forman realmente parte de la sociedad. Son el “amigo rarito” que todos tenemos.

Tu felicidad ya no la defines tú, la define el número de productos que has tachado ya de esa lista de la compra vital.

El problema añadido llega cuando se alcanza el objetivo y colocamos orgullosos nuestra propia foto en lo alto del mueble.

Es ahí cuando algunos, tal vez los más afortunados, descubren el engaño. Entienden, quizá por primera vez en sus vidas, que vivieron encadenados a un propósito invisible. Que sus caminos los llevaron ahí porque ahí es donde tenían que llevarlos.

Tenían que.

No hay esclavitud más del siglo XXI que la que traen nuestros fantasmas en forma de “tengo que”. Son esas cadenas invisibles que nos atan a una sociedad que sigue nutriéndose de matrimonios felices, de familias sonrientes, de vidas de estudio fotográfico.

Hoy hemos cambiado el mueble de los abuelos por el marco digital, por las fotos en Instagram, por las publicaciones de Facebook llenas de palabras vacías extraídas de algún intento de poeta moderno. Pero seguimos viviendo con las mismas cadenas.

Mientras, mis abuelos, mis padres y mis tíos siguen juzgando el paso del tiempo desde lo alto del mueble. Observan complacientes y con esa mirada sobria parecen querer decir que todo marcha bien, que las cosas siguen en su sitio.

Como tiene que ser.

Mi repaso a este 2016 y mis planes para el 2017

Se agotan las últimas horas de este año y, como viene siendo costumbre, es momento de hacer balance de lo que ha sido este 2016 en líneas generales.

Este año tengo la sensación de que ha pasado volando y que, en poco más de un suspiro, me vuelvo a encontrar frente a la lista de propósitos de año nuevo. Pero, en realidad, como todos los años, 2016 ha sido un año plagado de miles de momentos: algunos buenos, otros quizá no tanto y otros maravillosamente geniales. Al final, la vida se trata de esto: caminamos por un sendero desconocido, en un atardecer sin fin, acompañados por distintas personas. Y a cada paso que damos, nuestros acompañantes, nuestras circunstancias, las piedras en el camino, las sorpresas inesperadas, todo, conforma el resultado de lo que somos hoy. ¿Quién sabe que nuevas aventuras nos traerá el año que comienza? Ahí, creo yo, que radica la verdadera belleza de la vida: lo que está por venir es una película nueva por estrenar.

Y aún así, lo importante se reduce siempre a lo mismo: parar por un instante, mirar a nuestro alrededor, respirar profundamente y saborear los millones de sabores que la vida nos ofrece.

Mis libros

Durante este año me he quedado bastante lejos del objetivo de 30 libros que me había propuesto. Sin embargo, aquí van los 5 mejores libros que me he leído:

  1. El fin de la eternidad – Isaac Asimov
  2. Dune – Frank Herbert
  3. A sangre y fuego – Manuel Chaves Nogales
  4. El enigma de Fermat – Simon Singh
  5. Yo antes de ti – Jojo Moyes

Ganador indiscutible la obra, desconocida para mi, de Isaac Asimov. Fue un auténtico descubrimiento y pasé rápidamente de la sorpresa inicial a un verdadero disfrute al leer la novela. Os la recomendaría un millón de veces más.

Mis películas

También ha habido mucho cine que disfrutar durante este año que termina. En cuanto a cine mis películas favoritas de 2016:

  1. Arrival
  2. La habitación
  3. Star Wars: Rogue One
  4. La gran apuesta
  5. Antes de ti

La llegada (Arrival) ha sido, sin ningún género de dudas, la película de este año. La suma casi perfecta de ciencia ficción, psicología e intriga con un final revienta-cerebros la elevan al número uno de mis favoritas este 2016.

Mis canciones

Aquí voy a hacer un poco de trampa. Ya que mi querido estomagante me lo está pidiendo, aquí van las 5 canciones que más he escuchado este 2016 en Spotify

  1. Esperança – Txarango
  2. Nothihg Left – Kygo
  3. Duele el corazón – Enrique Iglesias feat. Wisin
  4. Music de carrer – Txarango
  5. Roma – Bangkok – Baby K

Creo que muestra casi a la perfección (tal vez cambiaría la 5) lo que este año me ha acompañado como banda sonora. Esperança fue un descubrimiento que, hoy todavía, me arranca una sonrisa al escucharla. «Som un riu que sempre avança».

Lo que espero de 2017

Cuando nos encontramos ante una página en blanco que escribir, muchas veces nos vemos ante dos sensaciones fuertemente enfrentadas: por un lado, un arranque casi visceral que nos empuja a ponernos a escribir sin ni siquiera pensar. Por otro, una amalgama de dudas, que nacen de nuestro interior más profundo, que nos frenan y nos hacen vacilar.

La clave está, como en casi todas las cosas de la vida, en encontrar el punto medio: en pararse durante un instante a reflexionar, pero tampoco demasiado. Que la vida son dos días y más vale usar el corrector que dejar la página sin escribir.

Así, a este 2017 le pido un poco más de lo mismo: que me traiga momentos felices, que los riegue con las sonrisas de la gente que quiero y que me quiere y que las lágrimas que derrame y la tristeza que las acompañe, sean amortiguadas por los abrazos de las personas especiales que han decidido acompañarme. En definitiva, que la vida siga siendo vida y la vivamos y la sintamos nuestra.

Mis propósitos para 2017

Y, para terminar, aquí mi lista de 5 propósitos para este 2017 que empieza:

  1. Ser constante en mis objetivos. Sacar tiempo y dedicación cada día para ir alcanzando todas y cada una de las metas que me he propuesto. Parecerá que no es un objetivo definido, pero créedme, hoy más que nunca tengo claro que este es el más importante de todos.
  2. Leer, escribir, viajar, jugar y reirme. Disfrutar de mi tiempo libre.
  3. Por enésima vez, que el piano sea una fuente de desconexión.
  4. Meditar.
  5. Disfrutar mucho de todas las cosas que estoy haciendo y ponerlas en valor cada vez que consiga dar un paso ahcia adelante.

Por un 2017 plagado de momentos geniales y de sonrisas eternas.

Volver a empezar

Quiero volver a escribir.

Es un hecho que llevo demasiado tiempo dándole vueltas a cómo enfocar el blog, qué es lo que al resto del mundo puede interesarle.

Me he pasado demasiado tiempo analizando, planificando y reflexionando acerca de eso sin entender que lo básico, lo fundamental, lo que convierte a un blog en una herramienta de comunicación maravillosa es que sencillamente me tengo que decidir a escribir lo que a mi me apetezca.

Y eso es lo que voy a intentar hacer a partir de ahora.

Sin presiones, sin complicaciones, sin grandiosos temas que tratar obligatoriamente.

Sencillamente dando rienda suelta a aquellos temas que me importan, que me parezcan curiosos, interesantes o ni siquiera eso.

Volvamos a empezar.

Propósitos para 2015

Tratar de resumir en unas pocas líneas un año de la intensidad de este 2014 se me antoja una empresa tan compleja como inútil: al fin y al cabo esto que aquí escribo son sólo palabras y si por algo habría de recordar este año que se escurre en estos últimos días de Diciembre es por las emociones.

Dejo pues que sea la memoria, optimista y selectiva, la que atesore estos momentos.

Sí que me gustaría, a modo de resumen, recordar lo que me propuse hace ya un año para este 2014, analizar con la perspectiva necesaria si puedo catalogar este año como un buen año y así mirar con la óptica correcta lo que espero del 2015.

  •  Decisión.
    • Sin lugar a dudas podría decir que este ha sido mi gran logro para este 2014. A pesar de todo, de lo bueno y de lo menos bueno, este año he trabajado mucho y muy duro esa indecisión congénita que me venía marcando durante años y he logrado tomar decisiones: algunas de gran importancia y otras triviales, pero en todos los casos, decisiones.
  • Reflexión
    • Otro año se me escapa sin haber conseguido alcanzar un punto de inflexión en cuanto a la dura y compleja tarea de meditar. Resulta paradójico que algo que a priori parece tan sencillo y requiera tan poco nos cueste tanto hacer
  • Cuerpo
    • Y sin embargo si he tenido el compromiso necesario para permanecer fiel al gimnasio, y tal vez incluso más que el pasado 2013, mantienéndome en forma aún a pesar del esguince en Verano.

Así que analizando un poco en retrospectiva, los objetivos que me propuse en 2014, aunque ambiguos, han ido en líneas generales bastante bien.

¿Qué espero para este 2015?

Si algo me ha enseñado este último año es que tratar de prever lo que te va a suceder es tan vano como dejar que sean la suerte y el tiempo los que gobiernen tu vida. Al final lo que de verdad suele funcionar es tener claro quién quieres ser, disponer de una idea nítida de cuál es tu imagen final y, sencillamente, ponerse a caminar hacia allí. Algunos días caminarás más trozo, otros menos, y algunos incluso te perderás y darás vueltas. Lo importante es no dejar de caminar ni perderse demasiado.

Así que  mi objetivo global para este 2015 es sencillamente disfrutar del camino: de lo que está por venir, bueno y no tan bueno, de las personas que comenzarán a acompañarme y de las que decidirán dejar de hacerlo, de los momentos que mi memoria decida grabar para el recuerdo. Aprender de los fracasos, que los habrá, y compartir los éxitos y la felicidad con aquellos que quieran compartirlos conmigo.

Tal vez el sentido de la vida no sea más que ese.

Y para que el Sergio de finales de 2015 pueda volver aquí y reírse a gusto de aquello que pensé que podría hacer durante todo un año, aquí van mis 10 objetivos:

  1. Sacarme el curso de la Universidad limpio.
  2. Obtener el CCDA y el CCDP (Esto ya lo dije para 2013, imagina…)
  3. Escribir un post al día.
  4. Leer 30 libros.
  5. Meditar 1 vez al día
  6. Obtener el Practitioner de PRINCE2
  7. Practicar piano al menos 3 veces por semana.
  8. Aprender a dibujar
  9. Dar forma a los tres proyectos que rondan mi cabecita loca.
  10. Plantar una flor, que florezca y se mantenga radiante.

Lo más importante eso sí, para el final: Os deseo lo mejor para este 2015 y que los éxitos y los fracasos, las buenas y las malas noticias, sean ingredientes todos de un único plato: El de vuestra felicidad. 

Propósitos para 2014

Casi sin tiempo no podía dejar pasar el 2013 sin preparar una lista, esta vez más acorde a la realidad, de lo que espero en este 2014.

Cuando llega final de año muchos tenemos la tendencia a hacer un resumen y pensar en aquello con lo que nos quedamos y aquello que nos gustaría cambiar.

Mi 2014 va a tener tres grandes objetivos.

1. Decisión. Mi talón de Aquiles eterno. Mi incapacidad para tomar decisiones muchas veces ha significado tomar la más incorrecta de todas las posibles: ninguna. Quiero y pienso esforzarme mucho por ser capaz de tomar las decisiones adecuadas evaluando todo aquello que en el momento de tomarlas tenga a mi alcance. Aceptar esas decisiones como las correctas en ese momento y no mirar más hacia atrás.

2. Reflexión. Una de las grandes cosas que siempre ha estado en mi lista de propósitos y que jamás me he aventurado a darle forma ha sido la de la meditación. He tenido tímidos intentos pero nunca me lo he tomado en serio. Este 2014 va a ser el año de meditar, comprender, aprender y aceptar.

3. Cuerpo. Este último año he dado un salto cuantitativo en cuanto a lo que se refiere al deporte en mi vida diaria. Ahora falta completarlo. Manteniendo y mejorando mi día a día y, además, complementándolo con una alimentación más sana y adecuada.

Nada más que tres. Luego ya detrás están los de siempre: dejarme tiempo para disfrutar de mis pequeños placeres, conseguir un título de inglés, seguir mejorando mis conocimientos, seguir mejorando como persona y como profesional, etc.

Por cierto, intentaré ser razonable este año y marcarme como objetivo los 36 libros. 

 

Repasando los propósitos de 2013

Resulta cuanto poco curioso, un año después, analizar los propósitos que dejaste escritos y ver hasta que punto has tenido éxito durante todo este tiempo.

Antes que nada, he de reconocer que cometí dos errores de bulto a la hora de definir mis propósitos para 2013.

Por un lado la falta de definición explícita del objetivo. Muchos, más allá de propósitos, se acercan más al concepto de “deseos” sin dejar claro en qué caso se puede considerar como completado el propósito y en qué caso no.

Por otro, el exceso de ellos. He aprendido que el que mucho abarca termina por no tener la energía suficiente para completarlo todo. Reconocer que disponemos de un depósito limitado de combustible vital me está costando bastante de entender, pero poco a poco lo voy asumiendo.

img_purpose

Pero no nos liemos, a la lista, que es a lo que habíamos venido.

1. Disfrutar de la vida. Es el primero porque es el más importante. Este 2012 ha tenido momentos geniales y momentos bastante complicados que me han llevado a la conclusión de que estamos en este mundo para disfrutar de cada uno de los momentos que nos brinda la vida rodeados de la gente que queremos.

El primero en la frente. Esto ni es propósito, ni objetivo, ni “na de na”. Esto es como decir: voy a ver el azul del cielo más azul. Podría llegar a decir que este año he aprendido a valorar más los momentos sin pensar demasiado en lo que esté por venir. Pero no siempre es la mejor opción.

2. Crecer cultural y profesionalmente. Uno de los leitmotivs de la vida es, sin lugar a dudas, la percepción de crecimiento personal. Y esto en gran medida se consigue mejorando tus capacidades y tus aspiraciones. Este año que empieza va a ser importante en esto y por ello quiero formarme incansablemente desde el día 1.

Otro propósito ambiguo. En este caso sí que puedo decir que en su mayor parte lo he llevado a cabo. He seguido formándome y creciendo a todos los niveles. El mejor ejemplo es, sin duda, mi cambio de trabajo hace unas pocas semanas que supone la culminación a un año de cambios y desafíos y el inicio de una nueva etapa ilusionante.

3. Mens sana in corpore sano. Quiero tener un equilibrio mental/físico que me lleve a cumplir el primer objetivo con garantías. Por eso quiero imponerme una disciplina deportiva mayor de la que ya tengo.

Ha sido complicado, pero en líneas generales he mantenido una constante deportiva durante todo el año. La mejor forma de sentirse bien con uno mismo en todos los ámbitos de la vida pasa por ese equilibrio del que hablaba en el propósito. Y realmente funciona. Un año después sigo esforzándome por subir un poco más alto o correr un poco más lejos cada día.

4. Leer 50 libros.

Para uno que defino claramente y suelto esta bravuconada. No obstante, a pesar de todo, 25 han sido los libros que he leído este año, superando los 20 del año pasado, lo cual no está nada mal.

5. Tocar 12 piezas de piano.

Esto ya si que es insostenible. Han sido 2, que algo es algo, pero el piano sigue siendo mi talón de Aquiles personal: es el duro pero realista ejemplo del quiero y no puedo.

6. Visitar un nuevo país.

Por desgracia este año no he tenido la oportunidad de salir de España y queda en el Debe de mi cuenta personal el cumplirlo.

7. Certificarme. Conseguir el pleno de CCNAs y quizá el CCDP, amén de otras certificaciones: inglés, Juniper, VMWare, Microsoft…

Conseguí obtener los CCNA de Seguridad y de Voz lo cual ya es un gran paso que completó mi peregrinación por las certificaciones de Cisco, de momento.

8. Concentrarme para llevar el blog/redes sociales/proyectos personales al día.

Se puede decir que he mantenido cierta constancia en todos ellos, pero me sigue faltando la regularidad que me gustaría y, en muchos aspectos, la coherencia en la temática.

9. Concluir con éxito uno o varios proyectos profesionales.

Todavía ando detrás de la “idea” que me impulse a dar el salto de nuevo hacia el mundo emprendedor. Creo que todo el paso por el 49k y por Walá! trajo un desgaste del que todavía estoy recuperándome.

10. Ser capaz de hacerlo todo y sentirme bien con cada cosa que hago. En definitiva: ser feliz.

Y el último pero no por eso el peor, es un refrito del primero pero con el toque anuncio de compresas. Supongo que tenía la intención de llegar a 10 y tuve que terminar rellenando con lo que se me ocurrió.

Al final, lo importante es la segunda parte del propósito, la de sentirse bien con cada cosa que uno hace a pesar de que no se alcance lo que inicialmente se deseaba. Resumiendo, he de reconocer que pese a la indefinición de muchos de los objetivos, el balance de 2013 ha sido positivo y además deja la puerta abierta para que 2014 sea un año de crecimiento y de mejora continua.

Tras este breve análisis de los objetivos/propositos/deseos/y otros del 2013 ya estoy preparando la lista para 2014, en la que obviamente volveré a cometer el error de creerme capaz de llegar más lejos todavía.

Pero de eso se trata, de apuntar alto, tan alto como a la luna si hace falta, si uno falla, termina yendo hacia las estrellas.

La libertad

Nos despertamos y casi desde ese mismo instante nuestro entorno nos bombardea:

– Los anuncios nos dicen qué consumir.

– Los diarios nos dicen qué pensar.

– La radio nos dice qué bailar.

– La gente nos dice qué está bien, qué esperan de nosotros.

Vivimos en una sociedad donde todo está enlatado y prefabricado para ser directamente consumido. Donde la realidad viene impuesta por modas que nacen en algún despacho y que asimilamos como nuestras. Donde la voz autorizada no es sino el murmullo de decenas de miradas agazapadas.

¿Dónde radica nuestra libertad?

La libertad surge de nuestra visceralidad, de nuestra capacidad de hacer, decir, comprar, bailar, escribir lo que nos rote de los santos innombrables «a pesar» del mundo.

Y entrecomillo a pesar porque esto es lo fundamental: a pesar de ellos, de los que son iguales, gotas idénticas en un mar movido por la inercia, de los que escriben lo que es políticamente correcto, de los que nos dicen qué hacer porque así se sienten importantes. El miedo a lo diferente les hace señalar aquello que no entienden.

Así que ríe, haz, grita, compra, escribe, siente y baila al son que marque tu estómago.

Ese es el camino hacia la libertad.