Blog personal de Sergio Madrigal donde encontrar textos sobre ciencia y tecnología, psicología, cine y literatura y quizá alguna cosita más.

Una de acertijos…

Bueno, ahora que tengo un poco de tiempo y como lo prometido es deuda, voy a contaros una bonita historia cuyo final tenéis que dar vosotros a conocer.

En los oscuros años de la Edad Media uno de los reyes españoles dictaminó un real decreto por el que debían ser ejecutados todos los presos de una de las cárceles que tenía el reino. El cruel monarca envió con tan horrendo mensaje a un emisario para que el Conde de Sevetavinal encargado de la prisión obrara en consecuencia. Cuando llegó a oidos del Conde un profundo pesar le embargó, pues era conocido en todo el reino por su extremada bondad. Viéndose abocado a tan terrible designio decidió concederles a los presos, puesto que así le era permitidio por su grado de nobleza, una última oportunidad para salvar sus vidas.

Decidió que a los 50 presos que habitaban en su cárcel se les colocase a la mañana siguiente, de forma completamente aleatoria y con la misma probabilidad, un sombrero de color blanco o negro. Estos presos se colocarían en fila de modo que el primero no viese a ninguno, el segundo viera al primero, el tercero al segundo y al primero… y asi sucesivamente de forma que el último de todos viera a los 49 presos restantes. De esta forma se les preguntaría a cada uno y de manera sucesiva cuál era el color de su sombrero. Si la respuesta era correcta salvarían la vida y obtendrían la libertad, en cambio, si su respuesta era la equivocada hallarían la muerte.

Y así les fue transmitido a los presos. Cundió el desánimo entre ellos, puesto que se veían incapaces de evitar la muerte a la mañana siguiente.

Pero entre ellos estaba un reconocido alquimista de la época que se dedicó toda la noche a analizar el problema. A la mañana siguiente, tremendamente sonriente, el alquimista les dijo a sus compañeros presos:

– Amigos míos, he llegado a una solución de manera que si me hacéis caso y seguís mi consejo, nos salvaremos 49 y, con un poco de suerte, los 50.

¿Cuál ere ese genial sistema del que hablaba el alquimista?

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